Si ante
nuestra crisis fiscal y política optásemos por lamentar el pasado y ajusticiar
a los responsables de crearla, quizás sentiríamos un alivio emocional
pasajero. Pero la crisis quedaría
intacta, retándonos primero a entenderla y luego a superarla.
Yo he
criticado al Gobernador, al principio de su gestión, por no explicarle al
pueblo los contornos del desbarajuste heredado, pero la utilidad de ese enfoque
claramente está agotada. El
problema ahora no es el pasado sino el futuro. Como ha dicho el reputado periodista del New York Times
Thomas Friedman, en una densa obra --- La Tierra es Plana --- el asunto ante
los políticos y analistas de la crisis mundial de la guerra y la paz, del
crecimiento económico y la justicia --- norteamericana y mundial --- es uno de
sueños y no de recuerdos. Los
recuerdos no resuelven nada, los sueños --- visión y voluntad --- han sido
siempre la entrada a un futuro mejor.
La
discusión partidista y las actitudes y actuaciones con vistas al foro del
pueblo son necesarias e inevitables en la democracia. El asunto es que no se puede sujetar la gobernación a la
exigencias de la inmediatez partidista, porque donde no hay visión clara y
voluntad firme de futuro el pueblo perece.
Por lo
anterior pienso que todo análisis y defensa del Gobernador en términos
partidistas, lo que hace, lo que proyecta y lo que manipula en términos
visiblemente electoreros, no tiene importancia, pues es inevitable y esencia de
la democracia misma. Lo importante
es lo que produzca --- los sueños --- mediante las acciones dirigidas a
conjurar la crisis. Lo otro carece
de importancia, excepto para sus defensores o detractores. Porque eso es la política
partidista. La acción está en otro lado: en el proyecto de gobernanza, en su visión, su estrategia,
su programa con carácter de juramento, y las acciones necesarias para
instrumentarlo.
El
pasado ya no importa. Es puro
recuerdo. Lo importante es el
proyecto de futuro, pero para eso hay que renunciar a Satanás y a todos sus
secuaces, que son el narcisismo, el protagonismo y el juego de las apariencias.
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