jueves, 6 de junio de 2013

Al Doctor Eduardo Ibarra: Honor a Quien Honor Merece


El doctor Eduardo Ibarra es un excelso profesional médico que hace honor a dos patrias hermanas:  Méjico y Puerto Rico.  Es un mejicano inevitablemente, y un puertorriqueño por vocación de espíritu.  Dentro de la profesión médica --- con una práctica amplia y exitosa --- encarna como pocos el mandato de Hipócrates:  “Sobre todas las cosas, no hacer daño”.

No se trata en el caso de Ibarra de un ciudadano dominguero, en busca de cámara y prestigio fofo.  Por el contrario, se trata de un profesional médico y ser humano que pone su tesoro donde pone su palabra.  “Dime dónde está tu tesoro y te diré donde está tu corazón”, reza el dicho bíblico.  ¿Que dónde está el tesoro del doctor Eduardo Ibarra?  Está en las “Lomas del Sol” de Toa Alta, donde tantos hablaron e hicieron demagogia, mientras el puso su dinero al servicio de los pobres cuyos hogares de otra manera hubiesen sido las calles o las cárceles como “invasores” de un pedazo de tierra para vivir en resguardo de los elementos.

“Sobre todas las cosas, no hacer daño”.  Aplíquese ese aforismo ético al asunto de la salud pública en Puerto Rico.  ¿Qué daño más perverso puede hacerle un gobierno a un pueblo que invertir el dinero que el pueblo mismo paga en contribuciones para que se atienda la salud, en inversionistas corporativos para que se ganen cientos de millones de dólares para que sus contables y burócratas --- que no los médicos --- determinen la atención médica que debe recibir el ciudadano que paga esa mordida?

Cuatro gobernadores --- dos PNP y dos del PPD --- le han sustraído al fondo de la salud pública esos cientos de millones para dárselos a los inversionistas políticos de ambos partidos.  Este es el equivalente de los “colmillús” de las centrales azucareras que exprimían al pueblo durante los años treinta y contra los cuales Don Luis Muñoz Marín y su generación de patriotas fundaron el Partido Popular en 1938 y produjeron un excelente, efectivo y justo sistema de salud --- el Sistema Arbona --- hasta 1993, cuando Pedro Rosselló y Marcos Rodríguez se lo vendieron como pescado abombao a las aseguradoras de salud, que no aseguraron nada.

“Sobre todas las cosas, no hacer daño”.  ¿Qué más daño puede hacerse cuando se saca al médico del proceso de decisión sobre el tratamiento de un paciente?  Puede costar la vida, y muchas veces ese es el costo.  Porque es la vida del paciente y la dignidad del médico los que están envueltos en un sistema que pone al contable y al técnico administrativo de la aseguradora a hacer decisiones médicas.

Un gobierno que contra toda la experiencia  y contra sus propias promesas comete esa deslealtad al pueblo no merece respeto.

Como una especie de reencarnación de Galileo Galilei ante un Vaticano despótico contra la verdad científica de la rotación de la Tierra ---“todavía se mueve”--- el doctor Ibarra pensará:  “pueden negociar el dinero de la salud del pueblo con los depredadores del tesoro publico, pero está mal hecho”.

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