viernes, 28 de junio de 2013

Validación Constitucional al Matrimonio Gay


A partir del siglo 19 Occidente, incluyendo las Américas, ha registrado un proceso civilizatorio lento, pero indetenible.

Comenzando con la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos --- seguida por el resto del mundo a ritmos distintos ---, la emancipación legal y social de la mujer, la inclusión de la juventud en el proceso electoral, y la protección de los emigrantes en todos los países democráticos, en nombre de la promesa de la democracia liberal --- decisión política colectiva y derechos individuales --- han cobrado vigencia formal y legal en los sistemas políticos.

En los Estados Unidos, a distancia sideral del caso de Dred Scott, antes de su Guerra Civil, se ha registrado un avance sostenido del principio de libertad personal y de la inclusión de todos los ciudadanos en su disfrute.  Pasando por la integración racial en las escuelas y facilidades públicas y por la legalización del aborto, por fin se ha llegado, esta semana al reconocimiento por el Tribunal Supremo federal del derecho personal, individual, al contrato matrimonial con cualquiera otra persona, al margen de fetichismos religiosos o derechismos cavernarios.

El dictum del Tribunal no lo resolvió todo.  Los estados --- 37 de ellos que quedan aún en la tinieblas --- pueden obstruir por algún tiempo el matrimonio gay, pero de aquí a poco el movimiento envolvente de la libertad derribará las barreras que quedan de fundamentalismo religioso y la ignorancia invencible.

Los Estados Unidos han sido desde siempre una república secular, con una completa separación de las religiones y el estado.  Pero de facto, por rutina sociológica y pereza mental, se han dejado convertir en una sociedad chantajeada por el activismo fundamentalista protestante y la reacción autoritaria de la Iglesia Romana.  Pues bien, el Tribunal Supremo acaba de liberar a los retrógrados de ambos sectores represivos de la libertad humana.  Sencillamente, entre el fatuo sacramento religioso y el principio secular de la libertad humana, el Tribunal optó por la persona humana contra sus inquisidores.

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