A
partir del siglo 19 Occidente, incluyendo las Américas, ha registrado un
proceso civilizatorio lento, pero indetenible.
Comenzando
con la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos --- seguida por el resto
del mundo a ritmos distintos ---, la emancipación legal y social de la mujer,
la inclusión de la juventud en el proceso electoral, y la protección de los
emigrantes en todos los países democráticos, en nombre de la promesa de la democracia
liberal --- decisión política colectiva y derechos individuales --- han cobrado
vigencia formal y legal en los sistemas políticos.
En los
Estados Unidos, a distancia sideral del caso de Dred Scott, antes de su Guerra
Civil, se ha registrado un avance sostenido del principio de libertad personal
y de la inclusión de todos los ciudadanos en su disfrute. Pasando por la integración racial en
las escuelas y facilidades públicas y por la legalización del aborto, por fin
se ha llegado, esta semana al reconocimiento por el Tribunal Supremo federal
del derecho personal, individual, al contrato matrimonial con cualquiera otra
persona, al margen de fetichismos religiosos o derechismos cavernarios.
El
dictum del Tribunal no lo resolvió todo.
Los estados --- 37 de ellos que quedan aún en la tinieblas --- pueden
obstruir por algún tiempo el matrimonio gay, pero de aquí a poco el movimiento
envolvente de la libertad derribará las barreras que quedan de fundamentalismo
religioso y la ignorancia invencible.
Los
Estados Unidos han sido desde siempre una república secular, con una completa separación
de las religiones y el estado.
Pero de facto, por rutina sociológica y pereza mental, se han dejado
convertir en una sociedad chantajeada por el activismo fundamentalista
protestante y la reacción autoritaria de la Iglesia Romana. Pues bien, el Tribunal Supremo acaba de
liberar a los retrógrados de ambos sectores represivos de la libertad
humana. Sencillamente, entre el
fatuo sacramento religioso y el principio secular de la libertad humana, el
Tribunal optó por la persona humana contra sus inquisidores.
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