El buen
pueblo de Puerto Rico se arranca las últimas greñas que le quedan tratando de
explicarse --- y si puede, justificar --- la deslealtad de los políticos. No que siempre sea así o que históricamente
ese sea el caso. Suficiente saber histórico
tiene para recordar que un Muñoz Rivera, un Muñoz Marín, un Roberto Sánchez
Vilella representaron la más depurada lealtad a su palabra empeñada en las
campañas políticas. Pero eso fue
antes de lo que García Márquez llamó “los tiempos del cólera”, esto es, los
tiempos de los cabilderos representando intereses millonarios y agencias de
publicidad que borran la frontera entre el ser y el aparecer. De tal manera que lo que Aristóteles
llamaba “ lo que le parece bueno” al ciudadano ordinario, se ha evaporado al
impacto de la publicidad que fabrica candidatos, issues, e historias,
dependiendo del presupuesto de publicidad de los partidos.
En 1992
Joe Franco, un publicista individual curtido en las nuevas construcciones de la
verdad, confesó que a Rosselló él lo había “fabricado”. Claro, la imagen se gastó, y ya para el
2004 ni Wanda Rolex pudo resucitarlo proclamándolo “mesías”, debidamente
ungido. Aún el dinero y el fariseísmo
religioso tiene sus límites.
¿Cuáles
son los supuestos, los entendidos sanos de la democracia? El pueblo necesita salud, seguridad,
empleo y educación. Elige
gobiernos, y les confiere honores, sueldos, prestigio, para que provean esos
servicios. El proceso culmina en
la elección de un gobernador y una Asamblea Legislativa. ¿Qué ocurre entonces? Que ese gobierno se dedica --- al otro día
de tomar posesión --- a ver no cómo resuelve los problemas del pueblo, sino a
ver cómo se reeligen en la próxima jornada electoral.
Esa
deslealtad moral, sumada a la faena de los cabilderos de los grandes y medianos
intereses, transubstancia al político, le altera la sustancia --- le capa la
voluntad para cumplir su palabra, su contrato con el pueblo y lo convierte en
un guiñapo de hombre o mujer que pierde totalmente el compás de su autoestima
moral. La “carrera” política los
aniquila.
Lo que
llevo dicho explica mucho, si no todo, lo que está pasando en Puerto Rico a los
cinco meses y medio del nuevo gobierno.
Perdónenme si por decirlo molesto la sensibilidad de algunos políticos “de
carrera”.
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