El
anuncio del gobernador en el sentido de que el Fondo de Retiro de los maestros
no sólo carece de solidez actuarial
para permanecer como está --- que es una deuda estructural que se traga las
aportaciones presentes o futuras --- representa una muerte anunciada antes de
doblar la esquina. Se trata no de
una expropiación, sino de un rescate ante una muerte segura.
Descontándole
al gobernador su optimismo metodológico --- patológico, dirían algunos --- la
pura verdad es que para rehabilitar ese fondo como estructura de ahorro y
pensiones, hay que tirar para el fondo a los maestros beneficiarios del
sistema, no totalmente, ni en cuanto a los ya jubilados, pero ciertamente a los
futuros beneficiarios, de tal manera que mientras por un lado recibirán
pensiones reducidas por el otro contribuirán a detener el deterioro financiero
de las instituciones estatales como un todo, frente a la presión de los
prestamistas usureros de Wall Street.
Claro
está, esa verdad es poco alivio para los casos individuales que recibirán un
retiro por debajo de sus expectativas, hasta hoy derechos.
La
tesis, inevitable moralmente, del gobierno, postula que todos estamos en el
mismo bote encallado de la crisis económica y fiscal y todos tenemos que
aportar a su solución. ¿Todos, digo? Todos. En servicio no sólo a la justicia absoluta, sino a una vieja
directriz afirmada desde 1940 por Don Luis Muñoz Marín: “O comen todos o no come nadie”.
La
pregunta que anota la presente injusticia se cae de la mata: ¿cómo es que ante esa verdad moral
intuitiva andan por ahí 3 gobernadores PNP y uno diz que popular ---
millonarios todos --- financiados por el privilegio --- “privis legis” --- es
decir, leyes privadas para sí mismos exhibiendo su narcisismo social, su
avaricia, con escoltas y gastos de oficinas y fundaciones fantasmas, en la cara
misma de la penuria del pueblo?
Rafael Hernández
Colón, Carlos Romero, Pedro Rosselló y Luis Fortuño, entraron al gobierno como
acomodados, pero salieron como millonarios. ¿Cómo? ¿Por
gracia infusoria del Altísimo? Da
vergüenza ajena el espectáculo. Un
maestro puede ver reducida su mísera pensión, pero un exgobernador --- cuatro
de ellos --- viven como emires de Arabia, sin caérseles las caras de
vergüenza. ¿Vergüenza, he
dicho? ¡Lo que natura non da
Salamanca non presta! Ante ese
hecho, ¿qué van a hacer el gobernador y la Legislatura populares?
¿Y cómo
es que la Rama Judicial sigue sirviéndose
con la cuchara grande asignándose pensiones de 100% más los aumentos que puedan
darse en su retiro, heredable por sus herederos? Dice el gobernador que le va a meter mano al asunto. ¡Si, Pepe! ¡Espéralo!
Avisaremos al País cuando suceda.
Y si no, también le avisaremos.
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