El
acuerdo anunciado por el Gobernador para entregarle 50 millones de dólares en
lo que resta del año al emporio Fonalledas y a la multinacional peruana de
Suiza Dairy representa una claudicación demagógica ante los grandes intereses y
una entrega al intervencionismo federal en asuntos internos de los
puertorriqueños. Por algo el
Circuito de Apelaciones de Boston paró en seco al juez Daniel Domínguez, porque
intuye que esa es una dimensión enteramente doméstica, en la que la ficción del
“interstate commerce” está traída por los pelos para lograr lo que en justicia
no han podido lograr, y que ahora Alejandro García Padilla les regala temerosa
y demagógicamente.
El
precio de la leche y su división entre los componentes de la industria es un
asunto de ganaderos productores, elaboradores y consumidores, no de las cortes
federales ni de los depredadores más allá de la función elaboradora, que tiene
derecho a la remuneración por sus servicios, no para diezmar a los productores
ni imponerle precios onerosos a los consumidores. Pero para que ello sea así se necesitaría un gobernador que
pelee y luche por el pueblo, en vez de uno asustadizo que replica como clon a
Luis Fortuño.
El
acuerdo del Gobernador con los extorsionistas de Suiza Dairy y Tres Monjitas es
patético: 50 millones del Fondo
General para saciar la gula de estos colmillús. Es decir, el maestro, el policía, el obrero manual, la
secretaria --- toda la clase media baja y media --- pagaremos por el contrato
con las elaboradoras multimillonarias.
Con defensas como esas el pueblo no necesita gobernador. Con un margen prestatario en ruinas,
con un Fondo General famélico, el Gobernador prefiere sacarle al trabajador, al
empleado público, al pequeño comerciante la libra de carne del judío
usurero: Jaime Fonalledas y Suiza
Dairy. A ellos porque de ahí hacia
arriba las contribuciones son voluntarias --- lo que los comercios, industrias
y profesionales quieran pagar, después que soben hasta la nada sus planillas
contributivas.
Ante
ese cuadro, el pánico político del Gobernador lo lleva a claudicar ante los
grandes intereses de la leche, a costa del pobre y el mediano, que no tiene
prensa, y a veces ni inteligencia ni memoria.
El
Gobernador demuestra cada día la verdad amarga que un día pronunció el
libertador argentino José de San Martín, sobre los vinos de Mendoza: ¡Son flojos!
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