Conforme
al monumental “Estudio de la Historia” del inglés Arnold Toynbee --- que no
sólo leí sino que tuve la oportunidad de comentar con el autor en la
Universidad de Puerto Rico en 1962, las crisis de las sociedades no ocurren en
las fechas convencionales que se les asignan.
Por
ejemplo, decía Toynbee, la civilización romana no cayó en el 476 después de
Cristo, que es la fecha convencional que se le asigna. Cayó, murió, dice Toynbee, en el 431
antes de Cristo, cuando Atenas se disparó en aventuras imperiales por todo el ámbito
del Egeo, debilitando la energía civilizadora y hegemónica que le imprimieron Pericles y Temistocles.
Valiéndome
de esa analogía, cuya parte ateniense el insigne ensayista y crítico inglés
Mathew Arnold caracterizó como un “failure of nerve”, valdría la pena explorar
el sentido en que la crisis puertorriqueña del 2013 tiene sus causas y raíces
en la traición a Puerto Rico perpetrada por Carlos Romero Barceló, Pedro
Rosselló y Luis Fortuño, cuando destruyeron, por razones partidistas mezquinas,
la base industrial de la economía puertorriqueña, al entregar y destruir el
programa 936 que tanto logró para la industrialización de Puerto Rico.
Así que
1998 --- fecha del acto oficial de la traición al País por Pedro Rosselló, en
aras de una estadidad quimérica, que los Estados Unidos no quieren y los
puertorriqueños no entienden --- es la fecha clave para entender la crisis económica
actual.
Hay que
distinguir siempre las causas inmediatas y las causas lejanas, las verdaderas causas.
Eso, claro esta, supone un
liderato culto y un pueblo avisado en memoria y voluntad.
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