En el
orden convencional de los procesos y las conductas políticas, la transformación
de los regímenes políticos ocurre mediante cambios institucionales acordados
racional y programáticamente entre los componentes de sistema político: Ramas de gobierno, partidos políticos,
grupos de intereses de la más diversa índole como participantes activos de la
lucha política legitimada por el Estado.
Cuando
una parte importante de la sociedad civil, inconforme con lo que le ha tocado
en el conjunto de los bienes materiales o sociales en ese reparto o
adjudicación, replantea sus reclamos
y pide o fuerza un nuevo ciclo de discusión y de consenso, pero --- en
la democracia --- dentro de los supuestos y las instituciones políticas de discusión
y adjudicación de intereses.
Ocurre
a veces que la insatisfacción de un sector trasciende el método democrático de
reclamo y adjudicación, se adoptan actitudes olímpicas, absolutas, a favor de
una ideología o una agenda particular.
Eso es lo que ocurre en estos momentos en Estados Unidos. Una minoría exigua en el Partido
Republicano ha capturado las posturas de ese partido y amenaza paralizar el País
presupuestalmente y provocar además una debacle en los compromisos de deuda pública
de la nación. Esa política
conservadora fuera de quicio tiene el efecto de subvertir el estado, el orden
de derecho que constituye jurídicamente al País.
La política
es sólo regulativa del orden nacional, el estado es constitutivo de la
identidad y el ser de la nación.
Querer la política destruir o anular los compromisos del Estado es
subversión desde arriba, mucho más dañina que los intentos revolucionarios de
la población que desde la calle quiera destruir el orden estatal o político por
la fuerza, con razón o sin ella, y que moralmente fracasa por insuficiencia de
fuerza o de razones.
Esa
actitud y voluntad subversiva no se limita en estos días a los republicanos
cavernarios del Tea Party. En
Puerto Rico la hemos observado y sufrido nada menos que a manos de un grupo de
amotinados, con toga negra y todo, desde el estrado del Tribunal Supremo de
Puerto Rico. Un pequeño grupo de
jueces partidistas, sin rubor moral alguno sobre su labor de camicaces, denigra
la dignidad tradicional de ese Tribunal en servicio a un partido que los llevó allí
sin los meritos profesionales requeridos.
Esa es
otra vez la subversión desde arriba: servir vergonzosamente a un partido, violar la Constitución y las leyes
que se supone interpreten y apliquen, y --- colmo de los colmos --- intimidar
mediante multas irracionales a los abogados y ciudadanos que solicitan
justicia.
Eso es
subversión mediante el terror seudo-judicial, una especie de Al Qaeda criolla.
Buenos días Profesor: Creo que elevar a nivel de ideología la voracidad, ambición de poder desmedida y rapacidad, de quienes quieren constituirse en los nuevos monarcas absolutos del s.XXI es hacerles demasiado favor. Tanto en EUA como aquí debieran ser tratados y sancionados como lo que son: TRAIDORES a su patria y subversión!
ResponderEliminarSaludos de una antigua alumna.
R. Goyco