martes, 1 de abril de 2014

Carlos Cases (FBI), Juan Torruellas y Federico Hernández Denton


Tenemos un nuevo procónsul en la “provincia romana” de Puerto Rico.  Se llama Carlos Cases y es tan arrogante --- en su infinita ignorancia sobre su función y su clientela --- como lo fue en su día su antecesor en el puesto, el inolvidable Luis Fraticelli.

Ha llegado este burócrata rebuznando contra todo y todos los que no adoren el becerro de oro:  los federales en Puerto Rico.  Su arrogancia se ceba en las actitudes flojas y blandengues del gobierno de Puerto Rico cuando tocan lo federal en la frontera de las jurisdicciones:  policías, fiscales y jueces.

Supuestamente puertorriqueño, Carlos Cases respira la inferioridad espiritual del judío converso, cuyo síndrome de sumisión se expresa persiguiendo y choteando a sus antiguos congéneres.

Ha dicho este Faro de Alejandría que nos alumbra desde la Oficina del FBI en Puerto Rico que el sistema judicial de Puerto Rico le huele a Macondo, lugar donde se escenifica la sátira fantástica de Gabriel García Márquez.  ¿La habrá leído?  Porque de lo que su diatriba habla es de conductas judiciales en el plano realista de la justicia puertorriqueña, un asunto que puede dilucidarse si comparamos nuestro sistema judicial con los vertederos morales de algunos estados y grandes ciudades de los Estados Unidos.

Alguien debe educar --- si es educable el señor Cases --- sobre las fechorías del FB I en Puerto Rico desde los días de Albizu Campos hasta el asesinato de Filiberto Ojeda, a mansalva y sin ninguna intención de arrestarlo en forma legal y someterlo a juicio.  Seguramente él quiere ignorar también el trabajo sucio del FBI en los asesinatos del Cerro Maravilla, inspirados y dirigidos tras bastidores por el siniestro FBI. 

Es desde esa fétida historia --- desde su conocimiento o su ignorancia --- que este nuevo americucho del país ladra contra nuestro sistema judicial, que errores y limitaciones tiene y reconocemos, pero ¿no actúa el señor Cases como pachuco agradecido por un puestecito que él interpreta como de  árbitro de esa evaluación de nuestras instituciones judiciales?

El Juez del Circuito Federal Juan Torruella le ha salido al paso a este fantoche ensoberbecido por un nombramiento de procónsul.  En lenguaje fino, racional con una lógica contundente, el Juez le ha dicho a Cases ignorante de la realidad sobre la cual opina, y ciertamente insolente porque tiene un poquito de poder.  ¿Que le conteste al Juez, si se atreve o puede?

Es lamentable que a dos semanas de su retiro como Juez Presiente del Tribunal Supremo y Administrador por tantos años de la Rama Judicial, Federico Hernández Denton no haya salido en defensa de su trabajo y de la institución que ha presidido y dirigido.  ¿Se le escapó acaso esa edición del periódico?

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