jueves, 10 de abril de 2014

El Cónclave de Washington


¡Pobre Puerto Rico!  Desde 1934 está visitando al Washington político y administrativo del Imperio, en actitudes que han variado desde las explicaciones que Luis Muñoz Marín les ofrecía sobre las circunstancias puertorriqueñas a la gente de Franklin D. Roosevelt y al Presidente mismo, y más tarde a John F. Kennedy, para nada, pues ese mismo Roosevelt fue quien nombró a los siniestros gobernadores Gore, Riley y Winship.  Todo porque aquellas relaciones, desde entonces, no estaban basadas en la igual dignidad de ambas partes.  Kennedy finalmente traicionó la esperanza y el compromiso con Puerto Rico de adelantar el crecimiento del Estado Libre Asociado.

El cónclave de esta semana siguió el mismo patrón.  El Gobernador de Puerto Rico como uno entre tantos --- incluyendo eminencias explotadas como Kenneth McClintock, ¿representando a quién? --- pidiendo ayuda a burócratas de tercer nivel de la Casa Blanca, sin compromiso alguno en la otra parte, sino como un ejercicio más bien de imágenes y publicidad presencial en año de elecciones congresionales que parecen cuesta arriba para los demócratas.  La apariencia de interés en los latinos de Puerto Rico podría ayudar, no a Puerto Rico, sino a los intereses políticos del Presidente y su partido.

Me pregunto si alguien en esas mesas de vivenciales --- la catarsis de la expresión --- planteó la injusticia y la explotación de Puerto Rico por la ley de cabotaje.  ¿Qué mejor oportunidad?  ¿Algún otro planteo de altivez a la altura de 116 años de colonialismo?  Y digo colonialismo porque lo que fue el ELA un día ha sido degradado por la arrogancia imperial a la categoría de cosa poseída, a la que se le niega la independencia, la estadidad, o el crecimiento político.

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