El
triunfo de Mahatma Gandhi sobre el imperio británico durante los tardíos años
40 del pasado siglo fue posible a base del carácter del libertador de la
India: la verdad como arma
fulminante contra la mentira, la trampa y la simulación. El propio Gandhi dejó constancia
documental de su método espiritual revolucionario en un libro así titulado:
“Mis Experimentos con la Verdad”.
¿En qué consistió ese nuevo enfoque del proceso revolucionario contra un
imperio en el que nunca se ponía el sol, en su vastedad intercontinental?
Para
Gandhi, maestro de su generación de nacionalistas indostanos, la respuesta era fácil. No los podemos vencer con armas físicas,
ni con ejércitos sobre el subcontinente de la India, ni mediante guerras económicas. ¿Qué tal del método de la verdad? Verdad sobre la opresión, la explotación,
la humillación sobre una civilización más vieja y más sabia que la
anglosajona. La punta de lanza de
esa operación verdad fue el dramatismo ético de la desobediencia civil, no
violenta, pero efectiva y desmoralizadora del poder puramente físico y militar
del Imperio Británico. ¿Propósito? Actuar de tal manera convincente, a
riesgo de todo, de la libertad y de la vida, hasta abochornar a los oficiales
del imperio, hasta obligarlos a parlamentar, hablar, promediar posibles
soluciones --- hasta el hecho dramático final de la independencia de la India
en 1948.
En ese
proceso, muchas veces los representantes del Imperio le ofrecían a Gandhi
transacciones a medias, con tal que no continuara su impugnación moral del
colonialismo extractivo en lo económico u humillante en lo moral. En vano: la justicia y la verdad no transan. Prefieren la prisión, y hasta la
muerte, si ese fuera el precio de la libertad, la justicia y la verdad moral.
Escribí
un articulo de investigación académica sobre este drama indostano, que apareció
publicado en enero de 1962 en la revista especializada en estos temas: “Ethics – A Journal of Ethical and
Political Philosophy” --- muy comentado luego por especialistas en el
campo. Se tituló así: “The Ideological Component of Indian
Development”.
Estos días
me traen a la memoria el actor de aquel drama, Mahatma Gandhi. ¡Ah, si tuviéramos
acceso a la verdad en Puerto Rico!
Nos haría libres, como hizo libre a la India de Gandhi.
Estoy a
la expectativa del mensaje de mañana del Gobernador. ¿Cuál será en él la proporción de verdades y
encubrimientos? Porque yo prefiero
los experimentos con la verdad de Gandhi al optimismo metodológico de
Alejandro, que resbala por el lomo de la verdad como las chorreras de Disney
World.
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