Por más
que en nuestros enfoques de la crisis económica, fiscal y financiera de Puerto Rico
defendamos o ataquemos a líderes o partidos encargados por el pueblo para tomar
decisiones, una premisa obligada de toda recuperación posible es el entendido
de que es nuestra crisis, que ha ido engordando desde los años setenta del
pasado siglo. No basta culpar el
pasado, ni proyectar utopías para el futuro. Cierto que las administraciones nefastas y perversas de
Pedro Rosselló y Luis Fortuño representaron el colmo de la
irresponsabilidad. Pero la culpa
del pasado no resuelve nada. El
pueblo eligió un nuevo gobierno para actuar creativamente, no para sacar
cuentas viejas ni apalear caballos ya muertos.
Desde
ese punto de vista Alejandro García Padilla ha sido positivo en sus enfoques y
en sus análisis del pasado heredado, por lo que en ocasiones lo hemos criticado
severamente. Su decisión de mirar
al frente y dar el pasado como pasado le compromete, sin embargo, a una definición
del futuro posible en términos claros, no importa lo dolorosos que resulten los
pasos que hay que dar --- él al frente del pueblo, que lo entenderá si habla
claro y lo seguirá si confronta la crisis con valor --- el valor de decirle al
pueblo la verdad y reclutando su ayuda en términos de entendimiento y en términos
de contribuir cada uno, en lo posible, pero todos , al pote común de sacrificio
de dinero necesarios para saltar del hoyo al camino real, y del camino a la
vieja pendiente de Muñoz Rivera y a la jalda de Muñoz Marín.
Dos
supuestos prácticos --- económicos y morales --- y patrióticos tienen que
presidir esa colaboración que el Gobernador debe solicitar y el pueblo
conceder. Número uno, que hay
margen en las clases medias de Puerto Rico, en sus distintos niveles de ingreso,
para contribuir un poco más para salvar la capacidad del gobierno para pagar su
deuda y para continuar prestando los servicios básicos que debe a todo el
pueblo.
Estoy
convencido de que, por encima del nivel de pobreza que supone un ingreso neto
individual de 7 mil dólares, todos podemos contribuir un poco más al fondo común
de la reparabilidad. Todos sobre
ese nivel podemos ser actores hacia una recaptura de nuestra economía y
nuestras finanzas públicas.
Lo que
no se puede hacer --- aunque represente una dorada oportunidad demagógica es
confiscar la riqueza privada que produce, que emplea, y que es causa directa de
la posibilidad misma de salir a flote.
Demagogia aparte, no se puede destruir la base económica de la posibilidad
misma de un gobierno eficiente y justo, con medios que sólo los ciudadanos
podemos proveer.
Ese
debe ser el núcleo del mensaje patriótico --- de patriota a patriotas --- que
el Gobernador debe dirigir al País.
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