El gato
está fuera del saco. Los
extorsionistas de Doral se han descarado, es decir, se han quitado la careta.
La
institución delincuente que ha escrito capítulos épicos en la corrupción
bancaria de Puerto Rico, ha vuelto por sus fueros. Para sobrevivir su incompetencia acude a recursos
chantajistas contra el gobierno, además de su conducta rastrera contra personas
particulares. Sé de lo que hablo,
pues en 1997 Doral me fabricó una deuda, tipo pagaré, por 80 mil dólares por un
préstamo que nunca solicité, ni pagué, ni me fue cobrado. Falsificó, vía copia fotostática, mi
firma y la de mi hija mayor para esos fines ladrones. El notario que les sirvió de tarugo fue echado de la profesión. Tuve que amenazarlos con la Corte Federal
para que cancelaran el pagaré fatulo, como lo está haciendo hoy contra
Hacienda, para dar la impresión de que tiene más capital que el que puede
probar. De ahí la acción
desesperada mediante una campaña en Estados Unidos contra el pueblo de Puerto
Rico.
Puertorriqueño
que insista en utilizar ese banco tramposo y delincuente no sabe mucho de
dignidad ni de orgullo patrio. Ese
banco hay que ignorarlo, despreciarlo, castigarlo por su despreciable intento
de hacerle daño a Puerto Rico mediante anuncios mandases en los medios más
derechistas de los Estados Unidos.
Este
asunto lleva 24 horas ante la atención y la opinión pública. Pero ya es tiempo de que a la indignación
del pueblo, el gobierno acuse recibo del insulto y del ataque ruin y cobarde de
Doral y sus gatilleros publicitarios del Norte.
Además,
se echa de menos, políticamente, la falta de testosterona en el liderato
ejecutivo y legislativo del País ante esta afrenta, empezando por el
Gobernador. ¡Ya sabremos mañana si
tal ente existe!
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