No
tengo duda de que ha transformado a Puerto Rico: de una sociedad organizada mediante instituciones que
protegían los derechos de todos, a una jauría partidista vulgar y cruda. Y lo hace con la misma carita de
finodo, de elite privilegiada y alejada de la masa del pueblo, a quien no
conoce y no le importa un pepino angolo.
Va a continuar
la gran obra en la policía, cuya dirección intermedia está corrupta hasta el tuétano. A ella le promete culminar las mismas
promesas incumplidas.
Va a
continuar “Mi Salud” --- que está quebrada económicamente, no tiene dirección
porque no hay Secretario de Salud --- aunque ha nombrado tres ya, y el actual
es un pasajero itinerante de su oficina e interés real en Pennsylvania, y sus aterrizajes “part-time” en Puerto
Rico. Dice que se le ha asignado más
dinero y en las oficinas le niegan los servicios a los pacientes porque no hay
dinero.
El
Departamento de la Familia es un antro de corrupción --- la niñez pobre
abandonada. El dinero usado para
contratos inmorales con políticos del PNP. La Secretaria Yanitza Irizarry se comporta como lo que es: una guerrillera política del establo de Rivera Schatz. El escándalo del contrato de $80,000 a
Orlando Crespo, expulsado de la Cámara por drogadicto y por embustero, la
retrata de cuerpo entero. Miente
al decir que no conocía a su esposa, para quien hizo el brindis en su boda. ¿Cómo puede el País aguantar ese pesado
fardo de inmoralidades, que Fortuño le pide que prolongue cuatro años más?
El
Departamento de Justicia existe sólo para acusar politiqueramente a los
populares. El Secretario ha
perdido todo rastro de vergüenza profesional, esperando que Rivera Schatz, que
es su jefe, lo nombre para el Tribunal Apelativo. ¡Qué desgracia la de este País!
Corrección
es un pozo muro que Carlos Medina le dejó a su sucesor, y que Fortuño
personalmente premió --- a Medina --- con la candidatura a la alcaldía de Arecibo y contratos
fatulos con Familia y otras agencias, para pagar su campaña. Vamos a ver si queda vergüenza en
Arecibo.
Todo
este esquema de corrupción tiene nombre y apellido, como dijo un día el fiscal
Gil Bonar: se llama Partido Nuevo
Progresista. En su día se llamó también,
Pedro Rosselló, el Mesías: hoy se llama Luis Fortuño, el que tira la piedra y
esconde la mano. ¡El yo no fuí!
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