Lo que
la oposición republicana --- de acá y de allá --- ha demostrado en su reacción
troglodita a la expresión de liderato del Presidente es su endémica hipocresía: que se junten quienes quieran, que
convivan y compartan, como de hecho ocurre --- pero que no se casen , porque
entonces se violan los mitos históricos y teológicos sobre la primera boda en
el Jardín del Edén. Adúlteros,
prostitutos y prostitutas, degenerados sexuales, salen al unísono a defender el
Santo Sacramento del matrimonio.
Que por
lo menos la mitad de los matrimonios --- religiosos o seculares, terminen en
divorcio porque no hay amor en ellos, no altera en nada el infantilismo mental
de los odiantes contra los gay.
Que la Iglesia Católica sea la sede de la más extensa pecaminosidad
sexual de la historia, en nada los mueve.
Que la pedofilia sea una masiva práctica detrás de sus muros y sus
cortinas, en nada afecta ese infantilismo. Que los pastores protestantes --- mientras más comebiblia, más
pecadores --- se aprovechen de las inocentes hermanas, en nada atenúa su
estupidez moral, negando el amor a nombre de Dios es Amor.
Pienso
que en Puerto Rico la decisión de Obama no sólo beneficia a los gay que no se
esconden, sino que puede constituir una oportuna liberación para los gay del
closet. Supongo que muchos en el
Senado de Rivera Schatz --- quizás él inclusive --- pueden sentirse redimidos,
listos para la libertad. El caso podría
ser más manifiesto en la Cámara de Representantes, donde tantas damas viven bajo
lo que el desaparecido senador Patrick Moynihan llamó “el tormento de la
secretividad”.
Allí
los prejuicios y el odio no se limitan a la preferencia sexual. Porque allí sienta cátedra de odio y
resentimiento --- a cambio de altísimos sueldos y contratos, la Cucusa Hernández,
que recientemente abrazó el odio racial como bandera contra el licenciado
Rafael Cox Alomar, cuya calidad humana y profesional exigiría que la Cucusa se
lave la boca con piola antes de intentar denostarlo.
Cuando
la Cucusa aspiró a la alcaldía de San Juan hace unos años, alguien
impropiamente advirtió que no se debía “meter la pata en la alcaldía”. Comentario repudiable que ahora la
Cucusa supera por mucho cuando se burla del color de Cox Alomar. La ignorancia histórica castiga a los
perversos. Se le ha olvidado a
Cucusa el color de Don José Celso Barbosa, y el del doctor Leopoldo Figueroa,
entre otros paladines estadistas de decencia. Pero, ¡que se le va a hacer! ¡No todo ensamblaje abultado de protoplasma tiene neuronas!
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