Tras una breve involuntaria ausencia de este espacio,
regreso y percibo un País en acelerado curso de destrucción. No se trata de procesos privados,
sociales , de depresión, violencia y desesperanza, sino de un tumultuoso
esquema de criminalidad oficial que carcome y destruye la urdimbre, el tejido
mismo de un pueblo vapuleado por la arrogancia de una tribu primitiva de
malhechores que succionan el trabajo y las energías del pueblo para servírselas
a una camarilla de amigotes y potentados que enriquecen al Gobernador y se
enriquecen a su sombra.
A la primera familia le va muy bien, en el principal renglón
que les importa, que es la acumulación de capital, mientras el pueblo gime y
desespera en busca de un empleo, de servicios decentes de salud, de una educación
medianamente efectiva para salir de la ignorancia y la pobreza. El gobernador y señora se enriquecen y predican “valores” a
los pobres y desocupados. María
Antonieta en 1789, ante la falta de pan de las multitudes hambrientas de Paris,
les recomendaba comer bizcochos.
Eso hace Fortuño con sus “valores”. Después de arrasar con el tesoro público a favor de sus
amigotes.
Pero no se trata sólo de penuria económica y social. Se trata de la vileza con que Luis
Fortuño ha arrasado con las instituciones de la democracia que juró honrar y
proteger. Se trata de la mentira
institucionalizada. Ejemplo
luminoso de ese curso de cinismo e inmoralidad política es la trampa del
plebiscito, que ahora le ha explotado en la cara, sumado al fraude primarista
masivo que todo el País conoce.
Al regreso a este espacio lo que primero noto es la frialdad
perversa con que el gobernador ha tratado el fraude electoral masivo de su
partido contra miembros y candidatos del mismo. En primer lugar, debe notarse que no se trata del fraude
primarista de unos --- allá abajo ---contra otros, para robarse votos y engañar
al País sobre la verdadera fuerza electoral de su partido. Se trata de que Fortuño es el
Presidente de ese partido corrupto.
Y que debajo de él --- el Secretario de la Gobernación, que comunica a
otros lo que el gobernador quiere, el Director de Campaña, el absolutamente
corrupto Ángel Cintrón y sus
oficiales en la Comisión Electoral --- todos bailan al son que les toca
Fortaleza. Luego cuando la
corrupción es patente y visible a leguas, lo único que se le ocurre a Fortuño,
desautorizando al Juez Conty --- persona seria y profesional---, es decirle
“avancen, terminen con eso” , es decir, encubran, amapuchen , metan la
corrupción electoral debajo de la alfombra, que no se vea, porque el pueblo se
entera de que dirijo un partido carcomido de corrupción. ¡Ese es el gobernador que nos gastamos!
Cuando en la democracia las cosas andan mal, el pueblo se
refugia en una esperanza práctica:
queda el sistema y el proceso electoral para rectificar y corregir. Pero si el gobierno se roba también el
proceso electoral, sólo queda la nada o la violencia, la emigración, o el
retiro absoluto a los aposentos privados de la vida, a maldecir en silencio a
los traidores.
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