domingo, 2 de diciembre de 2012

Después del 2 de Enero, ¿Qué Pasará con los Corruptos?


Resulta tentador para Alejandro García Padilla, desde el principio de enero, asumir la posición consentidora de la amnistía genérica para con los ladrones de la desgraciada administración de Luis Fortuño, a nombre de la paz --- “kiss and don’t tell” --- entre los partidos y la tranquilidad del pueblo.  Esa tentación hay que rechazarla, y someter, por el contrario, a todos los delincuentes de los Departamentos, agencias y municipios al juicio de la ley.  Hacer lo contrario sería tolerar la corrupción como cosa natural, y hoy por tí y mañana por mí.

El País necesita una limpieza moral que sólo la aplicación estricta de la ley puede proveer.  Recuérdese que la respuesta moral y legal al “holocausto” nazi contra todas sus víctimas tuvo que pasar por los Juicios de Nuremberga: nada menos que algo parecido a eso puede depurar la indignación generalizada que este pueblo siente por el patrón criminal que desde el primer día exhibió Luis Fortuño y su equipo de gobierno, para beneficio de su clientela guaynabita.  Uno de los primeros actos del nuevo Secretario de Justicia debe ser la creación de un fiscal independiente dedicado a desentrañar la estructura de las crasas violaciones de ley y de ética de Luis Fortuño y compañía.

Puede haber un sector en el Partido Popular, tan conservador y oportunista como han sido los penepés, que aconseje mirar para el otro lado para lograr galones de moderación y prudencia.  Tal actitud, y la conducta que de ella se derive, comunicaría al pueblo que su decisión de vomitar a Fortuño y Santini y a la corruptela legislativa que los apoyaba y los imitaba fue una casualidad aritmética y no un levantamiento cívico contra los ladrones del Bien Común y su tesoro.

Cuando las revelaciones producidas por el proceso de transición demuestran a diario el vandalismo fiscal y la destrucción del servicio público, una actitud consentidora de parte del nuevo gobernador enviaría una malísima señal al pueblo de que no era serio lo que se le dijo en la campaña, y que el peculado ocurre de forma igual en todos los gobiernos, por lo cual no hay que excitarse mucho por toda la conducta inmoral, ilegal, y desfachatada del fortuñismo.

Recuerden los líderes del PPD que en la democracia, después de unas elecciones, siempre llegan las otras elecciones, y que la teoría de que el pueblo lo olvida todo salió derrotada el pasado 6 de noviembre.  A menos que el liderato del nuevo gobierno no quiera acreditar, con su permisividad moral, la tesis manida de los nuevos partidos, y del viejo PIP, de que el PNP y el PPD son iguales.

Mañana les llamaré la atención, al nuevo gobierno y al pueblo de Guaynabo, de un caso crítico que esta advertencia amigable quiere destacar: el fraude de Héctor O’Neill.

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