Tenemos
un problema político grave en la casi simbólica democracia puertorriqueña. Y es que el partido que fue minoría electoral y parlamentaria
hasta ayer, no hizo la oposición vigorosa y orientadora --- fiscalización
razonada, con abundantes razones --- que el País necesita continuamente. No garatas, no bla bla bla buscando cámara
y prensa, sino análisis crítico del acontecer oficial. Algunas voces sueltas e intermitentes
llenaron ese espacio, pero los líderes principales ajoraron la discreción y la
prudencia que sólo benefició a los perversos.
En el día
de hoy, en el capítulo más triste y bochornoso de la administración de Luis
Fortuño y Tomás Rivera Shatz --- el atarugamiento de Liza Fernández como jueza
superior --- inepta, politiquera, corrupta --- se le ha puesto colofón final a
la destrucción de la confianza del pueblo en el sistema judicial.
Y…
¡sorpresa! ¡Adivina
adivinador! Al momento del golpe
de descargue --- una descarga fétida contra el derecho y la vergüenza en Puerto
Rico --- los senadores populares estaban encuevados para no tener que
identificarse contra la señorona.
A la audacia PNP, la jaibería popular. ¿Qué puede esperar el País después de esta demostración de
canillera moral? ¿Fue por eso por lo
que votó el pueblo, exponiéndose a la persecución si perdía? Por eso escribí recientemente que
pronto habría en Puerto Rico una tormenta segura: o la tormenta legislativa y judicial contra los actos vergonzantes
de Luis Fortuño --- como venganza después de la derrota --- o la tormenta que
el pueblo decente desatará contra el nuevo gobierno si le nota temblequeo
alguno frente al cumplimiento de su deber. Así que tormenta segura: o contra la perversidad de Luis
Fortuño y su pandilla de ladrones, en todos los frentes, o la tormenta de
indignación frente a un nuevo engaño hecho a nombre de la “prudencia”, para no
responderle al pueblo por su inversión sincera y de buena fe.
Llamo
la atención, un poco
retroactivamente, al hecho preocupante --- aunque positivo en sus
efectos --- de que la verdadera oposición política en Puerto Rico del 2009 al
2013 la ha realizado una empresa conservadora, estadista, y varios grupos
ciudadanos que sólo han contado con su credo de solidaridad con el País,
llenando el espacio que el PPD se negó a ocupar como supuesto partido liberal,
de vanguardia social y de un brillante historial de servicio público competente
y productivo.
El
Nuevo Día realizó ese trabajo en servicio al País, a Puerto Rico, y merece ese
reconocimiento. El Partido Popular
Democrático heredó su fruto. Es
tiempo que se lo gane por sus propios méritos y militancia. No callado y escondido. Hace cuatro
años que ha estado AWOL, ausente sin permiso.
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