Los
pueblos, y sus líderes, y sus intelectuales públicos, cuando verdaderamente
quieren servir al Bien Común, tienen que librar combate continuo en dos
frentes. Por un lado, la reconquista
del pasado esencial, de las mejores expresiones del pueblo como País, que han
sido víctimas de una historiografía política superficial, oportunista y
ventajera, que ha querido echar sombras sobre los robles altos de nuestra
historia de más de un siglo, desde 1887 hasta 1968, de Luis Muñoz Rivera hasta
Luis Muñoz Marín y Roberto Sánchez Vilella.
Esa historiografía
acomodaticia --- dirigida a hacerle espacio a mini partidos sin pueblo --- ha
venido predicando la equivalencia moral y política del estadolibrismo autonómico
y la justicia social, con la inmundicia moral, legal y administrativa del
republicanismo de Luis Fortuño, Pedro Rosselló y Carlos Romero. Como si la honestidad administrativa y
la dedicación al servicio fueran equivalentes a la podredumbre del rossellato y
el fortuñismo.
Sostener
que la gesta liberal de la generación de Luis Muñoz Marín es equivalente en
posturas y conductas a las mafias, las blandas y las duras, que han gobernado al
País y lo han desbaratado, a partir de 1976, y que hoy lo entregan quebrado
económicamente y destruido moralmente --- sostener eso, digo, acusa pereza
mental o intereses de protagonismo hueco, o ambas cosas.
Por
todo lo anterior sostengo que la nueva administración de Alejandro García
Padilla tiene que, desde el primer día 3, combatir en dos frentes: el
futuro que prometió y definió en la campaña política, y el pasado que hay que
reconstruir, reinterpretar, para limpiarlo de la hojarasca ideológica que lo
cubre en aras de ganancias políticas, que de tener éxito culminan
necesariamente --- como en el PNP --- en la corrupción como conducta oficial y política
pública, o que --- como en los nuevos partidos sin pueblo – terminan de facto, aliándose
a los malhechores del fortuñismo, aunque el pueblo rechazó esa jugada.
Ese
pasado puertorriqueño de 1941 al 1968 no es empañable. Como le dijo Don Luis a Carlos Romero
cuando lo amenazó con borrar su imagen:
¡esa gomita no borra!
Además
del pasado histórico, el pueblo espera, y por eso votó, la corrección, revocación,
rectificación, de todos los abusos del poder y perversión de la ley perpetrada
por Fortuño y sus ladrones. Porque
ha habido mucha perversidad --- y la sigue habiendo a la hora que escribo ---
con el dinero público, con la ley, con las instituciones. Porque como se dijo en la Roma del 400 después
de Cristo, “Alarico el visigodo vino a Roma por todo”.
Finalmente,
prospectivamente, según hay que reconquistar nuestro pasado político en sus
rasgos de alta nobleza política, y en continuidad con él, hay que conquistar el
futuro que se le ofreció al País y por el cual votó. Nada menos que eso es concebible y tolerable.
¡Manos a la doble obra!
“A blank vote to protest the exclusion of an impossible proposal is entitled to no weight.”
ResponderEliminarPedro Pierluisi
El ELA perdió 54 a 46. Esa es la realidad. En 1952 el ELA tenía 60% de los votos, una mayoría absoluta contra todos. Hoy NO.
¿Por qué?
Si el ELA esta descalificado y no hay ninguna propuesta que el Congreso de los Estados Unidos esté dispuesto a aceptar, los estadolibristas tendrán que escoger entre la independencia, la soberanía o la estadidad.
Por lo menos la mitad de las papeletas en blanco de los estadolibristas no son independentistas ni soberanistas.
Si le sumas la mitad de esas papeletas a la estadidad, no hay nada más que hablar.
La colonia la apoyan los grandes intereses en contra del bienestar de Puerto Rico.
Mientras las cosas estaban bien, la gente votaba por la colonia. Eso se entiende.
Mientras China crece a un 10% al año, los chinos no protestan por la falta de libertades.
La gente lo que sabe, porque le aprieta el pie, es que el ELA está dando rendimientos marginales negativos. Esa es realidad que se vive y se respira en Puerto Rico.
Y lo único que va a cambiar la cosa es la incorporación y la unión fiscal.
Es decir, poner a las 100 familias a pagar impuestos federales para que la clase trabajadora pueda tener derecho al Federal Earned Income tax Credit.
Ese es el estímulo que se necesita ahora que los Estados Unidos se encuentra en una gran crisis
fiscal, donde lo que se impone es una consolidación fiscal de un 4% del PIB, el llamado precipicio fiscal.
Hernández Colón, como representante máximo de las 100 familias y defensor de los créditos a la clase
capitalista vía el crédito de las 936, ya está cabildeando para entorpecer el asunto. Pronto Fortuño, de la misma manera que Ferré, cuando le empiecen a pasar millones adicionales, se unirá a Hernández Colón para defender los créditos al gran capital de las farmacéuticas.
La solución en Puerto Rico como en Europa es la unión fiscal.