Les decía
anoche que Puerto Rico puede y debe recordar, orgullosamente, su pasado de
creatividad política y administrativa, especialmente centrada en la justicia
social y en un servicio público eficiente y honesto, de 1941 a 1969. Luego llegaron los sarracenos, y nos
han destruido y robado la urdimbre institucional del País.
Tengo
que anotar que las administraciones populares de Rafael Hernández Colón, Sila María
Calderón y Aníbal Acevedo Vilá, bajo situaciones más estrechas y limitantes,
conservaron y continuaron aquellos principios. Lo que del lado PNP ocurrió, bajo el romerato y el
rossellato, culminó en la estafa organizada que vivimos bajo el farsante
perverso que ha sido Luis Fortuño, el político más cínico, más corrupto, más
embustero y más fresco que haya desfilado por nuestra vida pública. En estos días vivimos la culminación
bochornosa de esa engañifa moral perversa.
Insisto
en la mirada seria al pasado para aprender que la corrupción no es inherente al
gobierno democrático, porque nuestra historia niega ese comodín que pretende
excusar a los ladrones actuales.
Hay que recordar, y comparar, y sacudirnos la historiografía pedestre que excusa el presente grotesco
con el pasado falso.
El
pasado no es reliquia, ni el futuro utopia. El pasado es prólogo, si se conoce y se usa de plataforma de
lanzamiento del futuro. Pero para
eso es necesario recordarlo, en sus logros y en sus peripecias. En la frase feliz de Marcel Proust, es
necesaria “la búsqueda del tiempo perdido”.
Propongo,
prospectivamente, desde hoy, pero mucho mejor desde el 6 de noviembre pasado,
un acto sostenido de memoria histórica sobre lo que ha desatado contra el País,
la moral, la democracia y la ley, el derrotado régimen funesto de Luis Fortuño: ese desmantelamiento moral, económico,
administrativo y político de nuestro País en venganza por su derrota.
Guarde
el lector como documentos acusatorios, lo que va publicando nuestra prensa
escrita --- especialmente El Nuevo Día --- sobre las últimas y vengativas fechorías
de ese esperpento moral que es Luis Fortuño, para referencia durante el mes de octubre
del 2016, para tenerlos --- a los PNP’s --- bien claros, cuando intenten volver
a atracar la democracia y el escaso tesoro del pueblo de Puerto Rico.
Me repetía
continuamente Don Jaime Benítez”:
“No hay sustituto para la inteligencia”. Claro que no lo hay, pero tampoco lo hay para la memoria,
que es la inteligencia actualizada, al día.
El sustituto de la ineligencia, o por lo menos el complemento, es el método. ¿No es esa la gran aportacón de Descartes a la filosofía moderna?
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