El
nuevo Secretario de Justicia hace su entrada al escenario gubernamental en un
momento en que la fe pública en la justicia está en su punto más bajo desde que
ese Departamento fue moralmente degradado a partir de los días tenebrosos del
Cerro Maravilla.
No
puede ser peor la herencia que asume Luis Sánchez Bentances, después de la
corruptela personal y administrativa de Antonio Sagardía y Guillermo
Somoza. Más bajo no se puede
llegar. Claro, si no hay carácter,
inteligencia y motivación de
servicio, siempre se puede llegar a las catacumbas.
Hay una
distinción crucial que hacer en el caso del licenciado Sánchez Betances. Porque no se trata de un listo
aprovechao como fue el caso de Antonio Sagardía, que ahora es que se ofrece la prueba
de su oportunismo y vaciedad ética, ni se trata de un mediocre ambicioso como
Guillermo Somoza, costurero a la medida del PNP. En el caso de Sánchez Betances se trata de un profesional
prestigioso, respetado como tal entre sus pares. Claro está, ocurriendo su nominación en medio de un ambiente
político caldeado, hay que calibrar los elementos de su posible éxito
profesional como Secretario, o su descrédito proveniente de su práctica
abogadil. De ahí el titulo de
estas líneas “por un lado… y por el otro”. ¿A qué me refiero?
Vamos a
lo más conocido de su ejecutoria y prominencia pública. Fue el abogado exitoso del escándalo
moral de Paseo Caribe. Defendió allí
lo que defendió su cliente, el emporio económico que agredió y robó terrenos públicos
históricos, respaldado por los jueces populares del Tribunal Supremo, menos
una. Ese es el record. Esa es la historia. Ese es el éxito profesional de Luis Sánchez
Betances, contra los mejores y más altos valores del pueblo de Puerto
Rico. Después de todo, el
Presidente del Tribunal Supremo, tan defendido por el Partido Popular, le permitió
a Luis Sánchez Betances el éxito legal que obtuvo contra el acervo natural e histórico
de nuestro País. Eso por un lado.
Por el
otro lado, los abogados no escogen a sus clientes. Son los clientes los que escogen sus abogados. Si de otra manera fuera los traficantes
de drogas no podrían obtener defensa legal sin que los abogados se consideraran,
jurídicamente, agentes del narcotráfico.
Si en
vez de Arturo Madero hubiese sido el Secretario de Justicia Popular quien
hubiera contratado a Sánchez Betances, hoy seria un ídolo moral --- ganando o
perdiendo --- de los que impugnan su probidad profesional y política para
representar al pueblo de Puerto Rico en la Secretaría de Justicia. Por un lado, Sánchez Betances lleva al
Departamento de Justicia un plomo debajo del ala. Por otro lado, su capacidad y experiencia merecen la
oportunidad de probar que su primer valor es la justicia.
“Por sus
frutos los conoceréis”, he leído en algún sitio. El gringo dice “the proof of the pudding is in the eating”. Esperemos por su ejecutoria al servicio
del pueblo y la justicia que el estado le debe. Porque él también merece que le juzguemos con justicia.
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