A los
13 años, cuando me asomaba a la historia universal, el pueblo judío andaba por
la “Diáspora” --- principalmente por Europa y Estados Unidos. Palestina, que es el nombre histórico
correcto de las tierras hoy en disputa, era de los palestinos. De 1918 en adelante, apoyados por
Inglaterra, “la pérfida Albión” imperial de aquel mundo del Oriente Medio, y
los Estados Unidos después, se convirtieron en los padrinos del Sionismo, una ideología
religiosa y política que supuso la represión del pueblo palestino a favor de
los sionistas que fundaron a sangre y fuego --- a lo Otto Von Bismarck --- el
actual estado de Israel.
De 1947
hacia acá, de una Palestina de los palestinos, se ha creado, a bombazo limpio,
un estado judío intolerante, expansivo, y genocida contra lo que queda del pueblo
palestino en la ribera oriental y Jordania y el pequeño estrecho de Gaza. Israel sigue expandiendo su población,
a tiro limpio, a costa de los indefensos palestinos.
La
paradoja brutal que esta opresión representa reside en el hecho de que las víctimas
del genocidio de Hitler y Stalin son ahora los victimarios. Aprendieron la lección al revés, y para
realizarla cuentan con el respaldo incondicional de los Estados Unidos, ya que
aunque conforman sólo el 2 o 3 por ciento de la población norteamericana,
dominan las alturas estratégicas de su economía en la banca, la industria y el
comercio.
Recientemente
el Primer Ministro de Israel, Netanyahu, pretendió dictarle la política
exterior a Obama, antes de la elecciones, sobre Irán. Obama, para su mérito como líder, resistió el chantaje. Pero Estados Unidos financia el aparato
militar judío y después pretende sorprenderse de que lo usen genocidamente
contra los palestinos.
¿Puede
Estados Unidos ser mediador honesto para la paz en Palestina? Usted amigo lector, sabe la
respuesta. Esa es la tragedia del
pueblo palestino. La víctimas del
“holocausto” aprendieron demasiado de sus victimarios. Su razón es la fuerza, y los Estados
Unidos, la más grande potencia militar de la historia, se conforma con ser rehén
de los derechistas judíos.
No se
sorprenda el lector si los profesionales del sionismo llaman a estas ideas
“antisemitas” --- conocemos de sobra el mensaje y nos resbala.
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