martes, 12 de marzo de 2013

Alejandro y Pesquera: ¿Quién está a Cargo?


Quizás no existe un problema más sentido, más cercano de la ciudadanía, que el de la seguridad personal, que es ni más ni menos que el de la precariedad de la vida en una sociedad punto menos que anárquica como la nuestra.  Por eso, hablar del Superintendente de la Policía, es hablar de la vida y de la muerte, porque eso es lo que nos va si el Superintendente es efectivo y competente o si es un muñeco político o un fanfarrón con nada en los platos.

Luis Fortuño estableció un record de incompetencia y de conducta política ideológica bregando con el crimen y la Policía --- tres superintendentes “federales” como curalotodos, y tres fracasos.  Porque no me diga nadie que el supuesto “bajón” de los asesinatos describe la realidad objetiva de las cosas, ya que es la misma Policía la que determina la estadística de los asesinatos:  los que mueran después del incidente, en los hospitales, no cuentan como asesinatos.  ¡Así cualquiera baja las cifras!

Al llegar a la Fortaleza el pueblo entero, pero especialmente el pueblo que votó por Alejandro, esperábamos iniciativas que marcaran una diferencia.  Desgraciadamente, la situación gubernativa nos parece más bien como el segundo término de Luis Fortuño, precisamente el que el pueblo le negó.  Ningún nombramiento prueba eso más que el de Héctor Pesquera en la Policía.  Pues Alejandro entrega su prerrogativa de nombrar un Superintendente de su confianza, para aceptar la imposición y el costo irrazonable de Héctor Pesquera como intocable, por dos razones, porque es federal y porque lo nombró Fortuño.  ¿Es irrazonable entonces que se hable del segundo término de Luis Fortuño?  Veamos.

Retiro está todavía en manos de Fortuño, la Universidad está en manos de Fortuño, y así lo están innumerables agencias del Ejecutivo, donde los enemigos del pueblo y amigos de la corrupción campean por sus respetos.

No me queda duda que el Condado de Dade para el que trabajaba Pesquera se ha prestado para hacerle el juego mientras regatea con el gobernador por un sueldo más alto, fuera de los confines imaginables por la propia Policía y el resto de la Rama Ejecutiva.  Se trata de una extorsión transparente de parte de Pesquera, y de una debilidad patente de parte del gobernador.

Como renglón específico de la administración de García Padilla, esa comedia tiene una importancia sintomática, porque explica el sentido de desencanto del pueblo con la nueva situación, que debiera ser post-Fortuño, pero no lo es.  Se justifica, por tanto la pregunta que se va haciendo más frecuente --- sobre Retiro, sobre la Reforma Legislativa, sobre la Policía, sobre la Universidad, entre otros renglones que tan duro tocan al pueblo --- ¿Hay alguien a cargo?

El liderato que no se ejerce, se evapora.  El que se ejerce se multiplica.  ¿Dónde habré yo leído eso?  ¡En el Puerto Rico de ayer!

1 comentario:

  1. http://finance.yahoo.com/blogs/daily-ticker/private-debt-rock-damocles-hanging-over-economy-steve-132400905.html
    El problema de Estados Unidos no es la deuda del gobierno. El problema es la deuda personal. En el 1936 Roosevelt trató de cuadrar el presupuesto y lo que consiguió fue extender la depresión cuatro años más.

    La depresión se acabó cuando Roosevelt subió la deuda pública en un 122% de GDP durante la segunda guerra mundial. )Ahora 80%)

    La diferencia entre Puerto Rico y los Estados Unidos es que Puerto Rico no puede imprimir moneda. Los Estados Unidos sí. Pero Puerto Rico tiene más solución que el de Grecia. Es mucho más factible completar la unión fiscal de Puerto Rico con los Estados Unidos que lo es para Grecia. Además Puerto Rico ya tiene una unión bancaria con el sistema bancario de los Estados Unidos. (Richard Carrión es miembro de la Federal Reserve Board.)

    Lo que falta es poner a las 100 familias a pagar impuestos. Y eso no se va a conseguir hasta que haya una unión fiscal porque ellas NO se van a poner impuestos ellas mismas. Para eso se necesita un movimiento de pueblo enfocado en la estadidad que nos lleve a esa unión fiscal.

    La estadidad se necesitaba en 1968 pero la aspiración de Luis A Ferré, como miembro líder de las 100 familias, no era lograr la estadidad. Como resultado no se hicieron las inversiones públicas que se tenían que hacer, la economía sufrió un golpe duro con la crisis del petróleo y desde entonces, en vez establecer la unión fiscal que se requería en aquel momento, todos los dos partidos se dedicaron a aumentar la deuda pública para no tocar a las 100 familias. El resultado es el que vemos. No sólo Puerto Rico no puede atraer capital humano, sino que el Puerto Rico produce está en las Universidades de Estados Unidos. Un país que exporta su capital humano sin compensarlo no es viable. Así pues la Universidad se ha deteriorado marcadamente, la deuda ha subido al 150% de PNB y el gobierno se encuentra con un mercado de bonos presto a cerrar le las puertas a Puerto Rico..

    Si el gobierno no puede tomar más prestado, la consecuencia será despedir empleados públicos, cortar servicios y subir más los impuestos a la gente que ya paga. Todo ello redundara en más emigración y en continuar aún más la contracción de la economía de Puerto Rico.

    Lo que salva a Puerto Rico es que el seguro social y el medicare son parte de la unión fiscal. Si el seguro social estuviera en manos del gobierno, como lo es en el caso de Grecia, la crisis seria aun peor. Imagínese el desastre que habría si encima de las pensiones de los empleados públicos el gobierno hubiese tenido la responsabilidad de administrar las pensiones de seguridad social.

    Ante el desastre que se avecina ¿quién en su sano juicio va a argumentar que el gobierno de Puerto Rico lo hace mejor? Al contrario, lo que procede es quitarle poderes al gobierno de Puerto Rico, reducir el sector público, que como bien argumenta Elías Gutiérrez, tiene una productividad marginal negativa.

    El desarrollo económico de Puerto Rico, como en el de todas las economías del mundo, consiste en mover empleados del sector menos productivo al sector más productivo.
    .

    Lo que procede es que el pueblo tome conciencia de que no vive en una isla y desarrolle un discurso a tono con la realidad de que somos política y económicamente parte de los Estados Unidos. Es cuestión de formar una unión más perfecta. Lo demás es seguir viviendo en un estado de disonancia cognitiva. Pues de los ocho millones de puertorriqueños, cuatro ya votaron por la estadidad al mudarse a los Estados Unidos. De los cuatro que quedan en Puerto Rico la mitad ya votó por la estadidad en el plebiscito. Seis de ocho es 75%. La estadidad ya tiene mayoría absoluta. Sólo la ofuscación unas 100 familias mantiene a Puerto Rico fuera del camino de la prosperidad, la decencia y la dignidad.

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