Cuando
en el 1938 el PPD irrumpió en el escenario político puertorriqueño, lo hizo
a nombre de la justicia
social. El concepto arrancaba de
la realidad viviente de la pobreza, la miseria y la explotación de los peones,
agregados, y demás trabajadores, por un pequeño grupo de ricachos de la caña,
el café, el tabaco, y el negocio de importación y exportación comercial.
El
precio del rescate propuesto por Don Luis Muñoz Marín y su excelsa generación
de patriotas --- patriotas de la acción y el sacrificio, no de la retórica
fantasmal de los status paralizantes --- fue el sacrificio de su preferencia de
entonces, la independencia. Porque
según se fue dando cuenta de su imposibilidad económica para la justicia
social, aceptó el veredicto de la realidad y “rompió su espada sobre su corazón”,
prefiriendo la justicia del pueblo a la poética fantasmal de los ideólogos del
status. Optó por la justicia.
De 1938
a 1952 Muñoz se enfrentó --- enfrentar quiere decir “de frente” --- a todos los
absolutistas del status aquí y a los colonialistas burdos del Congreso --- para
que la realidad económica y social de Puerto Rico constituyera la matriz desde
la cual unos y otros viabilizaran
el crecimiento económico de Puerto Rico, única base para la justicia social y
para cualquier decisión futura sobre status que no resultara suicida para las
grandes masas que no siendo políticos profesionales ni abogados, no tenían solucionas
luminosas para el problema de su miseria.
El PPD,
mediante la acción gubernamental para todo el pueblo --- para remediar la
pobreza y crear una clase media profesional y empresarial, incluyendo los
nuevos ricos --- pero agarrado siempre a la justicia, practicando siempre la
educación política --- “el demonio de la explicación” de la que escribí hace
unos días en este espacio --- dirigida a todo el pueblo, no a clientelas y
grupos que eventualmente sumen una mayoría electoral.
Los
sucesores de Muñoz, a partir de 1968, crearon otro PPD: un partido oportunista, clientelista,
manipulativo de grupos, asociado cada día más a la plutocracia económica que
fue creando de 1956 a 1972. La
justicia social se relegó a las dádivas, insulares y federales, mientras los gobiernos de Rafael Hernández Colón,
Sila María Calderón y Aníbal Acevedo Vilá funcionaron como juntas de directores
de la clase empresarial, la banca, las aseguradoras y el gran comercio
importador.
Aún así,
el pueblo respondió en el 2012 al viejo PPD que conocía, porque su campaña
venteaba sus consignas --- la gente ---, pero el PPD nuevo no le responde al
pueblo, no lo aprieta contra su pecho, como hacían Muñoz y Roberto Sánchez, no
educa, no explica, no se enfrenta al todo porque cree que puede sumar las
partes y da lo mismo.
¡No da
lo mismo! ¡El pueblo se siente
solo, abandonado, porque creyó elegir líderes y sólo eligió funcionarios!
Si enfrentar quiere decir "de frente", estos no se pueden llamar funcionarios, pues no funcionan.
ResponderEliminar¿Qué sucede en Chipre? Una isla pequeña soberana parte de la Unión Monetaria Europea acaba de sugerir imponerle un impuesto a los depósitos bancarios. ¿Por qué? Su sistema bancario está en la bancarrota y la magnitud de la crisis es tal que los activos del sistema son nueve veces el producto interno de Chipre. El gobierno no tiene los recursos para salvar su sistema bancario y por lo tanto acude a la Unión Europea para que lo ayude. La respuesta de los alemanes es que ellos no los van a rescatar sin participación del sector privado. Parte de la lógica de este impuesto a la riqueza es que los bancos ciprios son un lavadero de dinero de la oligarquía rusa.
ResponderEliminarCompare eso con la situación puertorriqueña, una economía dedicada a la exención contributiva ha dejado de invertir los recursos necesarios en educación y en infraestructura para mantener el ritmo de crecimiento de la productividad de la sociedad puertorriqueña. El sector bancario de Puerto Rico está en la bancarrota junto con el gobierno del Estado Libre Asociado. La gran diferencia es que 1) en Puerto Rico hay una unión bancaria con los Estados Unidos y no es al gobierno de Puerto Rico al que Richard Carrión tuvo que acudir para que le prestaran $1,000 millones de dólares, sino a la Reserva Federal. 2) Hay una unión fiscal parcial donde se le imponen contribuciones federales a los trabajadores a cambio de servicios médicos y pensiones durante la vejez.
Imagínense la situación en un Puerto Rico Estado Libre Asociado soberano con una crisis fiscal y una crisis bancaria al mismo tiempo como la que padecen los países de la periferia europea. Es decir, que Puerto Rico tendría un déficit no de $3,000 millones que le dejó Aníbal a Fortuño sino de $5,000 incluyendo los $1,000 millones que se necesitan para los empleados públicos y sin incluir lo que necesitaría para las pensiones de seguro social.
Ahora la gran estrategia de la oligarquía puertorriqueña a través de sus representantes en la gobernación y en la comisaría es la sección 933-A que es gravar en un 4% las ganancias de las corporaciones foráneas y luego pedirle al gobierno federal que les dé un crédito contributivo por los impuestos que el gobierno les ponga y por las ganancias que reporten en Puerto Rico. Es decir, convertir a Puerto Rico en un paraíso fiscal para que las corporaciones multinacionales puedan evadir impuestos en los Estados Unidos. En medio de la crisis fiscal más grave de los últimos ochenta años de los Estados Unidos, esa sería la gran aportación de Puerto Rico a la comunidad americana.
La lección del experimento europeo es que la unión monetaria no es posible sin la unión fiscal.
Europa está a punto de desmoronarse por la dificultad política de crear una unión bancaria y una unión fiscal. El resultado de ese desmoronamiento sería una vuelta a las monedas nacionales, gran pérdida política y económica para los europeos y una depresión para el resto del mundo. Está por verse si Europa logra crear las instituciones políticas que le den legitimidad a la Unión Fiscal.
En Puerto Rico, en cambio, estamos a mitad de camino. La solución a la crisis es asumir la unión fiscal coherente y consistentemente. Pero para eso se necesita un líder que se le vaya en contra a la oligarquía puertorriqueña y ese líder no es ni Fortuño ni Pierluisi.