Recientemente
el Secretario de Justicia, Luis Sánchez Betances, le anunció al País que los
hallazgos de la Comisión Estatal de Elecciones --- certificados por los tres
Comisionados Electorales --- en el sentido de que las primarias del PNP en
Guaynabo estuvieron cundidas de fraude, dirigido por el propio alcalde Héctor O’Neill ejerciendo presión inmoral e
ilegal contra sus empleados municipales y sobre la Guardia Municipal. Todo ello para desbancar al
representante Ángel Pérez, que no es ningún beatífico monaguillo, sino
igualmente corrupto, y para elegir a su ahijado político Antonio Soto.
El
Secretario de Justicia está haciendo ahora lo que desde enero debió hacerse en
la Camara de Representantes sobre la base de los mismos hechos aducidos por la Comisión
Estatal de Elecciones, a saber, que confirmado el hecho del fraude en aquella elección
primaria, Antonio Soto no debió haber ocupado su escaño hasta que las
circunstancias de su elección no se hubiesen aclarado por Justicia. Pero se impuso la logia del “compañero”
sobre la ética y la ley. Piense
usted qué hubiese sucedido si el caso fuera al revés, un popular electo
fraudulentamente, y una Cámara PNP decidiendo. Pero el valor político y la voluntad no se compran en la
farmacia, ni en la cafetería de la Cámara.
En todo
caso, el Secretario de Justicia no puede dar marcha atrás de su curso correcto,
aunque el hojalatero de Guaynabo amenace quemarlo con acetileno. Porque a O”Neill se le brota espontáneamente
la borrachera de poder, con la cual amenaza al Secretario de Justicia, mientras
trata de sobornar a sus oficiales de policía mediante los ascensos, para que
obstruyan la justicia. Mal lo veo
si juzgo correctamente el carácter del Secretario. Ese soborno no rendirá frutos, aunque ya empezó a rendirlos
en sentido contrario: O’Neill
perdió más de 8 mil votos en Guaynabo, ante una oposición improvisada y sin
recursos, como hace siempre el PPD en Guaynabo.
La
confluencia de todos estos factores negativos para O’Neill --- el fraude y la
mentalidad de carolo de barrio, para no hablar de su enriquecimiento dramático
--- inédito porque la prensa ha mirado para el otro lado --- suman una
fragilidad política que ya es manifiesta.
Recuerde el lector a Santini: guapetón, más fanfarrón, prepotente,
auto-proclamado faraón imbatible, y lo venció una dama sencilla, inteligente y
de carácter. Así que, Mr. Guaynabo
City --- la capital de la changuería y el ridículo --- está en turno para la
hora de la verdad. Porque los
pueblos aguantan y aguantan, pero un día despiertan.
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