Nos
inunda, nos abruma, y tiende a paralizarnos, la evidente crisis económica y
financiera por la que atraviesa nuestro País.
Nos
desmoraliza mucho más, hasta la parálisis y el anonadamiento, la flojera, la
involuntad, la inercia con que nuestro gobierno --- el único que tenemos ---
evade actuar, hablar claro, orientar, educar a este pueblo contra la
desesperanza.
No es
la primera vez que nuestro pueblo sufre ese estado de amargura, de parálisis
que bordea la catatonia colectiva.
La única salida de ese estado, le dirá cualquier siquiatra de lo
colectivo, consiste en la acción: acción
que es educación primero, y voluntad después para el salto cualitativo a la
transformación, arriesgada, valiente, al frente del pueblo hacia el futuro.
En este
tipo de vicisitudes históricas, un recurso principal para el salto a la
creatividad, al cauce que convoca al pueblo a la acción y el sacrificio, reside
en un componente sociológico que diseñe
los términos plausibles de las transiciones sociales: el intelectual público, el pensador no
meramente académico, ni meramente técnico, sino el visionario y explicador de
ideas, visiones, mundos futuros plausibles.
Sostengo,
no como materia de preciosismo intelectual, sino como obligación del
patriotismo y la inteligencia, que ese recurso intelectual que se atreve a
decirle la verdad al poder, ha sido de crucial efectividad en crisis anteriores
de nuestro pueblo.
Recuerdo
los años medianos de la década de los treinta y cuarenta del pasado siglo, ante
la crisis y parálisis comparables, que un grupo de por lo menos docenas de
intelectuales públicos --- poetas, literatos, académicos, periodistas de altos
quilates intelectuales, sembraron en la prensa escrita y la radio los
lineamientos de lo que fue la revolución democrática de 1938 a 1968. Los planteos fueron acogidos --- no
mezquinamente rechazados como sucede ahora --- por la generación política que dirigió
brillantemente Don Luis Muñoz Marín.
Su obra representó exactamente su función: racionalizar, explicar, fundamentar, la transición política
e histórica que la crisis de entonces demandaba.
Ahora
bien, de la misma manera que se necesitan dos para bailar un tango, se
necesitan dos para que el saber del intelectual público penetre la autosuficiencia
vana, y la sapiencia automática que se supone confiera el poder. Decir la verdad al poder es más fácil
que mover al poder. Con todo y
eso, la responsabilidad de la inteligencia no depende de la porosidad del
poder, porque representa un poder independiente.
Quiero
destacar dos escritos que representan precisamente el tipo de aportaciones que
el intelectual público puede y debe hacer para educar al político y rescatar al
pueblo de su angustia y su aparente callejón sin salida. Me refiero a dos distinguidos
estudiosos de nuestros problemas:
el economista Sergio Marxuach, en El Nuevo Día del pasado 17 de marzo,
que analiza “la crisis de retiro, problema de todos” --- con realismo y
honestidad, y sin compromisos comprometedores; y el otro análisis, completo,
honesto, vertical y desgraciadamente muy sobre las cabezas de los legisladores
a quienes tiene que ir dirigido, por el profesor de derecho Efrén Rivera Ramos,
en cuanto a la Reforma Legislativa “necesaria”.
A
diferencia de los años creativos de 1938 a 1968, me temo que esos dos análisis
de intelectuales públicos que sólo sirven a la verdad no logren un auditorio
legislativo y ejecutivo que les entiendan. Porque así de avanzado anda nuestro deterioro político,
intelectual y moral.
¡Con
todo y eso, la responsabilidad de la inteligencia es seguir machacando!
¿Qué es el dinero? Depende de cómo se vea. Si lo vemos desde el punto del individuo, es riqueza. Pero desde el punto de la macroeconomía, el dinero no es riqueza. El dinero es capital, es decir un instrumento para crear riqueza. De la misma manera que uno no se puede comer una planta de acero, uno no se puede comer un lingote de oro ni un pedazo de papel.
ResponderEliminarDemás está decir que las 100 familias no tienen un concepto macroeconómico del dinero. Todo lo contrario, el punto de vista de ellos es individual, ven el dinero como riqueza y por eso se oponen a la tributación.
Esa visión parcial y miope es la que tiene a Puerto Rico al borde del desastre y de la descomposición social.
"Taxes is what we pay for civilization", decía el jurista.
"Dar a Cesar lo que es del Cesar", decía Cristo.
Pero para la oligarquía de Puerto Rico no hay Cristo ni civilización que valgan. Lo de ellos es acumular riqueza a como dé lugar cueste lo que cueste. La exención contributiva se ha convertido en un derecho divino de la clase rentista de Puerto Rico. Pues en Puerto Rico no
existe una clase capitalista. Lo que existe es una clase que quiere vivir de la renta y la renta en el contexto de la economía de Puerto Rico del siglo XXI es vivir del tío Sam y de los bonos exentos del Estado Libre Asociado.
Todo el esfuerzo empresarial de la clase alta de Puerto Rico va dirigido a buscar mil maneras
de vivir del Tesoro de los Estados Unidos. La última modalidad es la 933-A para la cual tanto el PNP como el PPD están de acuerdo. El Estado Libre Asociado es la apoteosis del Welfare State. Ahí están de acuerdo todos. Los que cogen cupones como los que quieren están exentos de pagar contribuciones.
Ferré decía que la verdad no grita, convence. ¿Ah sí? Y ¿cómo fue que Lincoln convenció a los estados sureños de que abolieran la esclavitud?
¿Cómo fue que Keynes convenció a los economistas de que el problema de la Gran Depresión era cuestión de una insuficiencia en la demanda agregada?
Por otro lado Max Plank decía que la ciencia avanza a través de funerales. La idea de la exención contributiva no pasa la prueba del imperativo categórico de Kant.
Si algo Puerto Rico no ha tenido, es una guerra civil. Si las cosas siguen como van, pronto la clase trabajadora va a descubrir cuánto la clase alta de Puerto Rico le ha fallado y cuando se dé cuenta de ello la respuesta será emascularla a través de la incorporación del territorio. Entonces el pueblo será actor de su historia.
http://grupocne.org/2013/03/17/la-crisis-del-retiro-un-problema-de-todos/
ResponderEliminarhttp://www.elnuevodia.com/columna-lareformanecesaria-1472225.html