domingo, 22 de diciembre de 2013

Carta de Derechos: Capitulo II, Sección IV


Destaco --- les recuerdo a los lectores más bien --- esta parte de nuestra Constitución, por si a alguien le interesa su expresión literal, sencilla, inconfundible, en el sentido de que nuestro pueblo o cualquiera parte de él, grande o pequeña, “tiene el derecho a reunirse en asamblea pacífica para pedirle al gobierno la reparación de agravios”.

¿Qué parte de esa sencilla disposición y garantía constitucional no han entendido los maestros violentos y revoltosos que asaltaron el hemiciclo del Senado el pasado jueves? 

Uno supondría que el maestro es maestro todo el tiempo, y que no enseña solamente con sus lecciones, sino con su conducta, quizás mucho más con la última que con la primera.  Puesto que con sus expresiones y acciones están enseñando --- lo que sea que enseñan --- todo el tiempo.  En esa relación --- en la calle o en el salón de clase --- enseñan al manifestar lo que llevan por dentro, en la mente, en el corazón, en el carácter.  Porque ¿da derecho la circunstancia por la que ahora atraviesan con respecto a sus ingresos materiales, a convertirse en energúmenos o vándalos contra las personas y la propiedad y los derechos de la Legislatura a realizar sus deliberaciones en paz?

Si así actúa ahora ese grupo de maestros de la desacreditada Federación de Maestros frente a los poderes públicos legítimos, ¿qué no harán en las escuelas y con los estudiantes ante las circunstancias problemáticas que a cada momento surgen en ellas?

El País ha visto desde el jueves pasado la vuelta a los días de Renán Soto y Jesús Delgado y sus métodos de confrontación física y de mentiras y de insultos personales.  Menos mal que la profesora Aida Díaz con su estilo razonable le ha lavado la cara al magisterio, aunque sus adversarios de la Federación siguen constituyendo un “sucio difícil”.

Dentro de la situación extremadamente crítica que sufren nuestras finanzas públicas, el trato recibido por los maestros ha sido razonable y necesario.  Ese trato endereza la mala administración que los propios maestros hicieron de los dineros de su Fondo de Retiro.  Antes de atacar e insultar al Gobernador y los legisladores que han sacado la cara por los maestros, estos deben agradecerles el rescate que han hecho del derrumbe frente al abismo en que se encontraba el famélico Fondo de Retiro de los maestros.

¡Si a estas alturas los maestros no saben eso, es como para preguntarse si están preparados para enseñarle nada a nadie!

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