Si
usted creía que el matadero americano --- que se ha burlado de la policía y las
cortes una y otra vez --- había llegado a su límite de cinismo moral en su
patológico apego a las armas de fuego, piense otra vez. Porque después de las masacres
recientes en Newtown, Connecticut, y en Ohio, ni el Presidente ni el Congreso
--- juntos o separados --- han podido mover el control de armas de fuego ni un
centímetro.
Ayer,
sin embargo, esa torpeza moral, esa insensibilidad y falta de reverencia ante
la vida, han escalado nuevas cumbres de ignominia judicial. Un juez de California, tras la
determinación de culpabilidad de un joven bribón de 16 años y juzgado como adulto,
a quien un jurado encontró culpable de 4 asesinatos con su carro, como segundo
episodio de matanza colectiva porque antes había matado a 6 u 8 personas más,
determinó que no cumpliría ni un día de cárcel porque el jovencito era supuesta
víctima de su crianza irresponsable a manos de sus padres. Le recomendó terapia y rehabilitación.
El
argumento leguleyo que el juez dio por bueno consistió en la ausencia de
responsabilidad dado que la afluencia económica y social de sus padres condujo
a permitirle cualquier conducta al mozalbete, de la cual no era
responsable. El joven, sostuvo el
abogado, y aceptó el juez, sufría de “afluenza”, de una patología producida por
la permisibilidad absoluta de unos padres podridos de dinero y podridos de
inconciencia moral.
Imagínese,
amigo lector: se abrió la caja de
Pandora. Esa es la justicia
americana en California.
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