La
Legislatura de Puerto Rico, a falta de oficio, nos entretiene con la insulsa
chismografía de bajo mundo, sobre quién presentó un proyecto primero, cuántos
empleados tiene cada legislador, y quién agarra primero una idea flotante en la
opinión pública para producir un escarceo personalista de protagonismo bobo.
Pero
eso, lo anterior, no tiene importancia.
Lo otro, las garatas por oficinas y presupuestos, por reclamos de
prioridades en la radicación de legislación, tampoco vale el tiempo ni el
espacio que se le dedica en los medios.
Son garatas, reclamos, afirmaciones egocéntricas, que no pasan de ser
episodios temperamentales e idiosincráticos. Mucho ruido y pocas nueces.
Existen,
sin embargo, en el trajín legislativo, confrontaciones de ideas, de propuestas,
cuyas consecuencias incidirían de una manera importante en la vida del País. Porque se trata de ideas y de enfoques
altenativos, que de actuarse sobre ellas implicarían cursos de acción que marcarían
una diferencia en nuestra vida colectiva.
Tómese
como ejemplo de lo anterior la confrontación entre los senadores Bhatia y
Cirilo Tirado sobre el rumbo, la estructura y la modalidad propietaria que debe
tomar la Autoridad de Energía Eléctrica.
Porque si el problema es importante, el costo y la inversión
considerable, y el producto es esencial para el pueblo de Puerto Rico, bien
vale una misa, es decir, esa confrontación resulta llevadera a la luz de lo que
le va y le viene al País en el curso de acción que se tome.
A mí no
me asustan las confrontaciones de ideas y de personas cuando se trata del Bien Común
de todos los puertorriqueños, como es el caso de la energía eléctrica en Puerto
Rico.
En este
asunto, como en muchos otros, valdría la pena para los interesados o
preocupados por esas confrontaciones, repasar las enseñanzas de los padres de
la Constitución americana: Madison, Hamilton y Jay, que en los ensayos de El
Federalista defendieron estas confrontaciones como útiles y necesarias para
esclarecer y determinar el curso futuro del País. En los Artículos 10, 49 y 51 de ese documento se analiza el
problema de las confrontaciones políticas como materia prima de los consensos
construidos a partir de diferencias tajantes. Porque a fin de cuentas, la ambición personal de los
protagonistas se combina en la práctica con la función constitucional de las
posiciones que ocupan, y producen --- construyen --- las avenencias indispensables
para cuajar legislativamente el Bien Común.
Chismes,
changüerias, hay que darlas por sentado.
Garatas y ruido, producto de valores y ambiciones diferentes constituyen
la materia prima del consenso.
Confrontaciones reales de valores y cursos de acción, de eso se trata
específicamente el método de la democracia.
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