Los
movimientos y reajustes de palabra y de hecho de los dos partidos que se
disputan el poder democrático en Puerto Rico desde 1972, anuncian que se ha
pasado del modo administrativo, en supuesto cumplimiento con los compromisos contraídos,
al modo electoral. En eso recae la
democracia cuando el liderato es frágil, inseguro, y carente de la disposición
a perder elecciones cuando los problemas y las penurias del pueblo exigen
carácter en vez de pusilanimidad acomodaticia.
Las
sillas musicales, de gerentes administrativos serios y profesionales --- Ingrid
Vila es el arquetipo --- a operadores al servicio del Partido y sus agentes
locales, los alcaldes y los procuradores de influencias, posiblemente produzca
una ventaja partidista, pero renuncia al juicio racional del pueblo sobre lo
que creía era su gobierno.
Cuando
en los párrafos anteriores hablo en plural, de los dos partidos, no puede
inferirse que se trata de “los
mismos”, ya que tal supuesto implicaría que es lo mismo ser blandengue y
timorato y ser audaz, pero absolutamente corrupto. La corruptela de Rosselló y Fortuño le debe durar en la
memoria al pueblo de Puerto Rico por cien años. El caso del Partido Popular es más bien de incompetencia y
de temor hasta de la más leve brisa.
El voto
de 2016 tiene ante sí una opción clara:
entre un partido asustadizo, aunque honesto y un partido audaz, pero
corrupto hasta la médula. No tengo
que aclarar sus nombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario