Ante la
inanición discursiva del Gobernador Alejandro García Padilla, y dado que la
sociedad, igual que la naturaleza, aborrece el vacío, Rafael Hernández Colón ha
decidido dar el zarpazo definitivo y se ha lanzado al centro de la contienda ideológica
--- porque se trata de ideas --- dentro del Partido Popular. Para ello cuenta con avanzadas estratégicas
que dominan la apariencia de liderato dentro del partido. Un hijo en PRHAFA en Washington, uno a
cargo del status en la Junta de Gobierno, y un nieto en la Fortaleza.
El
despliegue de publicidad y venteo radial y televisado de su mensaje desde la
Universidad Interamericana proyecta una campaña política personal y un emplazamiento
al liderato oficial mudo del gobierno y del partido.
Esta es
una nueva visión del histórico “Mensaje a García” de la revolución cubana de
fines del siglo 19.
Yo no
tengo problemas con las ideas y propuestas de RHC sobre el presente y el futuro
de Puerto Rico y del Estado Libre Asociado. Tampoco tengo problemas en reconocer su inteligencia y su
cultura política. Lo que no puedo
tragar es su avaricia económica con fondos públicos, su inescrupulosidad
afrentada en el contexto de una sociedad empobrecida, en desfalco económico y
fiscal, y con unos recursos públicos en déficit galopante. Esa manipulación del derecho para
servirse con la cuchara grande lo inhabilita para reclamar liderato político y
moral, tanto como lo incapacita su deslealtad a los que le sirvieron bien,
creyendo que le estaban sirviendo a Puerto Rico.
Que el
Partido Popular tenga que tolerar lecciones de “patriotismo” de ese ídolo roto
acusa la gravedad de la crisis.
Por el
silencio de los otros, a los que el pueblo ofreció su confianza, por su
incapacidad de comunicación --- de iluminación al pueblo doliente --- RHC se
vale de la tiniebla para reclamar protagonismo en su rol de albatros del
organismo político que desde Muñoz y Sánchez Vilella anda dando tumbos erráticos
buscando, como Marcel Proust, el tiempo perdido.
Los
apagones de Energía Eléctrica son juego de niños comparados con el gran apagón
del discurso político en Puerto Rico en años recientes.
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