El título
sugiere y postula dos tipos de educación para las nuevas generaciones
escolares. O se educa para la
cotorra, para que repita lo que se le dice, o se educa para el pitirre, para
que vuele alto y ahuyente a los guaraguaos que destruyen las crianzas domésticas. La educación para la cotorra a lo que
aspira --- mediante el copiete pasivo , de la pizarra, del libro o del Internet
--- es a la duplicación pasiva de lo que se oye, se copia, o se transcribe, sin
la actividad inteligente de la problemación --- de constituir un verdadero
problema de cualquier material que se presente --- que obliga a la reflexión, y
no meramente a la memoria o al arco reflejo mediante los cuales los animales
asocian una cosa con otra.
Muchos
de los lectores de estas cápsulas o mis expresiones radiales recuerdan --- y me lo recuerdan --- la anécdota con relación
a mi hija menor, Juliana, cuando mi esposa y yo la llevamos a una reputada
escuelita de pre-escolar en Río Piedras.
La Directora de la escuela quiso impresionarnos con los materiales de su currículo y las
metodologías de la enseñanza. La
escuchamos y entonces yo le dije, con total seriedad, “mire, señora, lo que yo
intereso es que no me le enseñe nada”, esto es, “ponga en su camino las láminas,
los bloques para crear figuras, la arena y las vasijas para llenar y medir, y
ella se encargará de aprender lo que le interese. Que juegue, que explore, que invente, y que no tenga que
recitarle a nadie materiales muertos”.
Así se hizo, y la Juliana se convirtió en una creativa profesional de
las artes gráficas.
En
otras palabras, recibió desde allí y entonces una educación de pitirre, para
volar alto, y no una de cotorra para repetir sandeces.
Todo
esto lo expresó lúcidamente un viejo amigo, distinguido educador de la
Universidad de Chicago por allí por el medio siglo pasado, Ralph Tyler, quien
en una charla en la Universidad Interamericana nos dijo: “La educación no es algo que alguien le
dice a otro”.
En
Puerto Rico estamos dando tumbos y palos a ciegas ante la crisis de la educación,
la pública y la privada en todos los niveles. Me temo que los remedios que se proponen son más de lo
mismo: cómo entrenar mejor la
cotorra, para que repita. No al
pitirre para que vuele alto y picotee a los guaraguaos, a los políticos y a los
burócratas.
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