La presentación
del pasado domingo de la candidatura a gobernador de Ricardo Rosselló,
disfrazada hipócritamente como Asamblea Pro-Estadidad, me recuerda los antiguos
kioscos de espiritistas, curanderos y yerbólogos, que sobre todas las otras
opciones de curas milagrosas empujaban como curalotodo la uña de la gran
bestia: eficaz contra la tisis, la
malaria, el tifus y las lombrices enrolladas en el estómago.
El pichón
de aprendiz de político que es el vástago de Pedro Rosselló adelantó como
terapia universal la estadidad, y ofreció 43 versiones de esa formula mágica
para salvar a Puerto Rico. Me
recuerda la reacción del Primer Ministro
francés George Clemenceau ante los 14 puntos que le presentó Woodrow
Wilson para asegurar la paz en Europa, a raíz de la Primera Guerra
Mundial. “Dios”, dijo Clemenceau, “se
conformó con sólo diez mandamientos, y Mister Wilson insiste en 14”. Demás está decir que todo se fue a
justas.
Busque
el lector en las expresiones de Rossellito a ver si encuentra una sola idea
para responder a las múltiples crisis convergentes que sufre el País. ¡Ni para un remedio! Todas estas crisis --- la económica, la
educativa, la de salud, la de seguridad, la de empleo y endeudamiento --- se resolverán
automáticamente una vez que usted le ponga encima la plancha milagrosa de la estadidad. ¿Habrase visto jamás ignorancia
comparable o ambición irracional de un mozalbete engreído, enamorado de su
inmadurez?
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