No discuto los hechos
reclamados. Pero resulta harto
interesante que el pueblo se enterara de ese reclamo mediante las estaciones de
radio y televisión, donde la senadora le regaló al País un bien planeado y
repetido lloriqueo patético, en prueba de su rol de víctima.
Se trata de un
operativo político ante el hecho de una primaria problemática para la
señora. Se trata de revivir una
candidatura que está haciendo aguas.
La pregunta que tiene
que hacerse el votante ante ese lloriqueo y reclamo de maltrato, es si ese
espectáculo mediático, en solicitud de pena y simpatía, la hace una mejor candidata a senadora --- frente a otros
aspirantes--- en la próxima primaria de su partido, y frente a su record
legislativo.
Porque, en realidad,
todos sabemos que la única razón para que ella ocupe una banca en el Senado es
el nombre de su padre. Eso en
cuanto al pasado. En cuanto al presente
y el futuro, la pregunta que se tiene que contestar el votante primarista es
sencilla: ¿qué le debe a Melinda como obra legislativa suya? Quizás lo que ese elector recuerda con
más prominencia es su record de iniciativas tontas, en busca de titulares,
tales como su misiva al Papa para desbancar al Arzobispo Roberto Torres González porque no es PNP, porque
no se ha vendido a Fortuño por sendos platos de lentejas, como los pastores fundamentalistas. O como sus campañas en el Partido
Republicano Nacional contra los latinos que luchan por un mejor bienestar, que
sólo el Partido Demócrata y Obama ofrecen y aseguran. Así que, ¿quién protege a Melinda de Melinda?
El lector recordará el
resto de sus disparates, producto del analfabetismo funcional a que nos tiene
acostumbrados esa Madame Curie de la política republicana cavernaria en Puerto
Rico.
Por todo lo anterior,
el pueblo tiene que preguntarse:
Si los policías y las escoltas protegen con nuestros dineros a Melinda Romero, ¿quién nos protege a
nosotros de ella? ¡Ese es el issue
que late en el fondo de esta pantomima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario