Primero:
Declarar una emergencia económica que le permita al mini-caudillo
destruir el servicio público. Bote a docenas de miles de servidores y traslade el dinero
que se ahorra a los amigotes de la oligarquía privada, y a sus propios
alcahuetes políticos, en forma de millonarios contratos, sin subasta, y sin
cualificaciones profesionales para rendir servicios reales.
Segundo: Acompañe esa ley draconiana,
de jefe de Junta Militar --- Mussolini, Hitler, Franco, Stalin, Pinochet, Fidel
Castro --- con otra declaración, de emergencia energética, para rajar al País en
dos, de Sur a Norte, con el Tubo de la Muerte, en un salvaje ataque a la
naturaleza de una pequeña Isla --- y llámele al proyecto, cínicamente, Vía
Verde. Mientras el pueblo rechaza
el proyecto, y las agencias federales lo soban, reparta cientos de millones de
dinero público a amigotes de la misma oligarquía que lo hizo rico a él y a su
esposa, antes de que el País se entere de la tirada.
Tercero: Como el partido de gobierno no
está solo en ese soberao democrático, y se le pueden enfrentar objeciones
constitucionales y legales, identifique quiénes son los objetores usuales a
nombre del derecho --- como el Colegio de Abogados --- y destrúyalo de un
plumazo legislativo y firma instantánea del mini-caudillo.
Cuarto: Si aun así la sociedad
civil, creyendo aún que vive en una democracia, insistiera en acudir a los
árbitros establecidos por la Constitución para defender los derechos del pueblo
--- el Tribunal Supremo --- destruya su independencia judicial rellenándolo de
alcahuetes partidistas aunque no tengan prestigio jurídico, ni méritos
profesionales ni moral personal que nuestros jíbaros de antes llamaban honor y
vergüenza --- de manera que el pueblo no tenga donde acudir en reclamo de
justicia. El propio Tribunal
Supremo ha declarado mayoritariamente, y por voz del líder del caucus PNP ---
el Juez Martínez --- que las decisiones del Tribunal tienen que acogerse al
resultado de las elecciones. Ese
cerdo se capó a sí mismo.
Quinto: Si la autonomía universitaria estorba, la inteligencia
discrepante molesta al tiranuelo, y la energía moral de la juventud irrita,
porque el saber y la cultura superior ponen en evidencia la ignorancia del
jefecillo de Fortaleza y su ganga, hay que aplastar la inteligencia libre, como
recomendaba Francisco Franco, para sentirse cómodo en la ignorancia y la
cultura de Walmart de la “primera familia”.
Sexto: Si la cultura puertorriqueña y la naturaleza de la
pequeña Isla son fuentes de orgullo y resistencia, que se venda la naturaleza
al mejor postor, a sus sostenedores económicos, y que se reniegue, ignore y
debilite el orgullo cultural que es identificación espiritual del pueblo.
Séptimo: Hay que expropiar a los servidores públicos de su Asociación, porque hay que erradicar todo
aquello que el Estado Libre Asociado ha creado, como institución, para
adelantar los intereses del servidor público. Todo el poder a Fortaleza, a Luis Fortuño, aunque él nunca
asume responsabilidad por sus fechorías de corte fascista. La paradoja no puede ser más
evidente: el máximo responsable,
como no responde, es el máximo irresponsable. Los fascistas europeos y los tiranos latinoamericanos, por
el contrario, asumían sus responsabilidades y las defendían.
Este pichoncito de fascista se refugia en el “yo no fui”, y “yo no
sabia”, etc., etc.
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