¿Por qué mienten tanto
algunos políticos? ¿Por
necesidad? ¿Por mera costumbre?
¿Por oportunismo insaciable? ¿Por
incultura moral? Ninguna de las
anteriores. Mienten porque creen
que lo importante, lo único importante, es ganar el poder y conservarlo: porque el fin justifica los
medios. No tienen noción moral
alguna de la santidad práctica --- los usos decentes --- de la palabra.
Existen precedentes
bien tempranos, en la Cultura Occidental, del reconocimiento y la estima y
entrega del hombre científico y teórico, tanto como del hombre prácticamente
sabio, a la preeminencia de la palabra en las relaciones humanas y en el saber
y la cultura. El viejo Aristóteles
sostuvo que la palabra, el lenguaje, separaba al hombre de los otros animales,
lo definía y lo distinguía, para comunicar lo cierto y lo falso, lo bueno y lo
malo. En la tradición cristiana,
“en el Principio era la Palabra, o el Verbo”, de donde procedía toda otra
verdad, toda otra realidad, todo otro bien. El bueno de Jesús de Nazaret mismo afirmó taxativamente: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres”. ¡Lo que se perdió Luis Fortuño,
la verdad y la libertad de espíritu. Por eso, veinte siglos después, Jesse
Unruh podía repetir con total convicción que el único capital perdurable del
político es su palabra. Si tiene
Palabra.
En Puerto Rico, a la
altura del 2012, nos encontramos con un gobernante, Luis Fortuño, que no tiene
palabra.
No tuvo ni tiene
palabra cuando incurrió en las promesas fantasiosas del 2008. No tiene palabra cuando dice que ha
reducido el gobierno para hacerlo más eficiente y justo. No ha tenido palabra cuando ha dicho
que las alianzas público-privadas --- la entrega del tesoro público a los
colmillús privados , sus amigos y financistas políticos ---iban a transformar
la economía, en recesión aquí y en los Estados Unidos. Con culpar a la pasada administración
se relame de satisfacción, como el mentiroso que cree que ha tenido éxito.
Ha mentido cuando
defiende a los Juan Bravo, a los Roger Iglesias y a las docenas de amigos que
se han chupado más de 500 millones del dinero del pueblo, sustraídos de los servicios
públicos e incurrido en préstamos descomunales que el pueblo tendrá que pagar
por más de 30 años, mientras que a
cada corrupción contesta “yo no fui” o “yo no sabía”, cuando en realidad sabe y
dirige todo el sistema de corrupción que define su gobierno. Sencillamente no tiene palabra. Es un
paquete vacío, un pastel ciego, todo envoltura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario