La explosión de la
corruptela PNP también pone al día el dicho certero del Fiscal Federal Gil
Bonar cuando lidiaba con los 40 corruptos de Pedro Rosselló: “la corrupción en Puerto Rico tiene
nombre y apellido… se llama Partido Nuevo Progresista”.
Mientras escribo estas
líneas leo en la prensa de hoy jueves sobre las dos últimas adiciones al
“roster” de esa corrupción: el
representante Waldemar Quiles --- curtido en la corrupción por más de 40 años
--- como “galán” vetusto del harem de empleadas del Fondo del Seguro del Estado
en Utuado.
La otra aportación a
ese vertedero moral --- ¿los valores que predica Fortuño? --- es el nuevo alcalde
de Vega Baja, digno discípulo y sucesor de Edgar Santana, pero evidentemente
más bruto que su mentor: amenazas
a sus empleados municipales que si no violan la ley de “los servicios públicos
honestos” para servirle a el personalmente, los bota.
Estos son los pejes
“micro” de la corrupción PNP. Los
tiburones grandes están en San Juan: en la burocracia política PNP, en
Justicia, en la Comisión Estatal de Elecciones, en el Senado, y en las redes de
amigotes y contratistas del “rey Luis Fortuño Midas”, dentro del pozo muro,
protegidos por Fortaleza y el PNP. La cosa no se notaba mucho, y el
encubrimiento sistemático de Fortuño y el Secretario de Justicia tapaban
algo. Pero fuera del pozo muro
--- desbordada la porquería PNP --- ya no es tapable.
Recuerden los lectores
más maduritos: 1938, la corrupción coalicionista; 2012, corrupción de amigotes
y mandaderos. Ante todo ello, Don
Luis Muñoz Marín diría hoy lo que no se cansaba de repetir hasta su muerte: ¡Son los mismos! Pero se presentan con un ropaje
moralmente brilloso.
Esos son los “Valores”
de Fortuño. Esos son, no las
palabras e imágenes pagadas con dinero público para engatusar ingenuos.
¡El “rey” está desnudo, y se le nota!
Porque una cosa es la
realidad que sufre el pueblo en carne viva y muy otra es la publicidad de
frasecitas huecas, sananas y amaneradas.
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