miércoles, 14 de marzo de 2012

Los Nuevos Partidos y las Viejas Realidades

El principio de la “unidad” política como aspiración práctica para el cambio administrativo en una democracia es siempre un ideal admirable y una quimera real.  Porque la condición persistente de todas las sociedades libres es la pluralidad de intereses, de valores, de aspiraciones y de instrumentos políticos para realizar el bien común.

Lo anterior obliga a abrazar el consenso, el acuerdo práctico, como vía realista que supera los conflictos de clase, casta e ideologías en busca de la felicidad social. 

En los regímenes históricos de Grecia, Roma y los primeros siglos de la Edad Moderna, la casta de tierra y sangre, o la clase económica dominante en las decisiones políticas, antecedieron a la presente estructura de la democracia y las luchas políticas en términos de partidos, intereses y grupos de presión organizados en torno a la riqueza y a la propiedad, o ausencia de ellas. 

Por eso nuestra democracia --- aun siendo tan frágil y tan endeble --- se organiza y se conduce en términos de Partidos electorales.  Ese es el centro decisivo de nuestra vida política, en Inglaterra desde el siglo 18, en Estados Unidos durante y desde el siglo 19.  El primer nombre que los norteamericanos le pusieron a esos partidos fue “facciones”, que por sus intereses propietarios le dan la espalda al Bien Común.  Con todo y eso, ese es hoy el sistema democrático, con 225 años de experiencia en E.E.U.U. y la mitad de ese periodo en Puerto Rico.  Quien quiera alterar el producto de ese sistema, electoral y cuatrienal, debe convertirse en partido:  con programa, con pueblo, con liderato que pese en la opinión pública.

Sirvan estas breves observaciones para juzgar las perspectivas electorales del nuevo partido ---MUS--- soberanista y reformista, cara a noviembre próximo.

Desde mi punto de vista no le veo porvenir de éxito alguno a esa aventura.  Ni veo que tenga pueblo, ni veo que tenga liderato reconocido de tipo político práctico ya que su liderato lo forman un grupo excelente de amigos y conocidos sin gravitación política alguna en nuestro pueblo.

Por ejemplo, su candidato a gobernador, el eminente cirujano Enrique Vázquez Quintana, tiene ante sí una difícil operación.  Viene desilusionado del campo estadista y salta al independentista.  Si la primera opción era difícil, la segunda es imposible, a partir del carácter político de nuestro pueblo.

Este tipo de iniciativa, que abandona la lucha cívica y de educación política ---como para su crédito ha hecho el MINH--- para lanzarse a una lucha electoral política en un país agobiado y pisoteado por el cáncer de Luis Fortuño y su ganga de depredadores del tesoro del pueblo y de sus instituciones históricas, está abocada a la simpatía moral, pero al rechazo electoral del pueblo, que quiere deshacerse del pichón de dictador inescrupuloso, que es Luis Fortuño.

Ese error político de los amigos del MUS tiene conspicuos antecedentes, aquí y  fuera de aquí.  El PAC y el PIP, para no hablar del partido-negocio de Rogelio Figueroa, le han antecedido en pareja ilusión.
En los Estados Unidos en 1948, Henry Wallace y Rexford Guy Tugwell intentaron lo mismo porque no les satisfacía Harry S, Truman, y por dos veces --- en 2004 y 2008--- Ralph Nader insistió en su chifladura presidencial y lo único que logró: fue derrotar a Al Gore y John Kerry, infinitamente superiores a George Bush.  Ross Perot intentó lo mismo dos veces con igual resultado negativo. 
El MUS en noviembre no puede lograr nada bueno y puede provocar algo muy malo:  la perpetuación del perverso y mentiroso Fortuño en la Gobernación.  ¡Triste manera de hacer patria!

Puerto Rico necesita restituir la vergüenza en la administración publica, el decoro y la ley.  Necesita recobrar al Tribunal Supremo de la denigración que Fortuño le ha infligido.  Necesita restituir al Colegio de Abogados en su alto sitial moral, profesional e histórico.  Necesita restituir la autonomía y la inteligencia en la Universidad, entre muchas otras cosas. ¿Va a poder hacer eso el MUS en enero del 2013?

Para todo lo anterior, el pueblo necesita integrar voluntades y votos donde cuentan para derrotar a Fortuño.  No disipar  las fuerzas en  la desunión y en juguetes políticos que no pueden sino complacer pruritos ideológicos tan puros que resultan irrelevantes.

Para eso no hay pueblo, y seria suicida que lo hubiera.

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