Durante
los primeros años de la exitosa revolución descolonizadora en Asia y África el liderato revolucionario de
los países acuñó el concepto de “democracia dirigida”, para significar que la
experiencia colonial no propiciaba la integración de aquellas sociedades en
formas solidarias, pacíficas, de construcción de consensos nacionales que
propiciaran la representación democrática y la unidad de propósitos para la reconstrucción
social.
Ese
concepto de “democracia dirigida” culminó en dictaduras personales o militares
en países como Ghana, Pakistán e Indonesia. Funcionó mejor en la Guinea de Sékou Touré y la India de
Jahuarlahal Nehru, donde la voluntad democrática triunfó sobre la tentación tiránica. En los casos más exitosos de desarrollo
democrático, como los de Argelia y África del Sur bajo Nelson Mandela, la
democracia real pegó y se distanció de los prototipos personalistas y tiránicos. Todo este desarrollo lo documenté y
publiqué en un artículo investigativo que en 1962 me publicó la revista The
Review of Politics de la Universidad de Notre Dame titulado precisamente así: The Political Ideology of Guided
Democracy.
En el
Puerto Rico de nuestros días estamos sufriendo por primera vez, desde 1940, la
costosa experiencia de la antítesis de la “democracia dirigida”, que es democrática,
libre, y pluralista, pero es dirigida, es decir lidereada desde la cúpula del
partido y del gobierno.
Estamos
apurando el fruto amargo y desorientador, desmoralizador por demás, de una
democracia silvestre, a lo que salga, que contrasta radicalmente de la
democracia con liderato en el centro, centro de partido y centro de gobierno.
En
estos días de glosas evangélicas debo recordar una sentencia que leí como
adolescente en el libro de Isaías, del Antiguo Testamento: “Donde no hay visión, el pueblo
perece”. Esto es, donde no hay
proyecto, donde no hay liderato visible y efectivo, el pueblo perece. Eso estamos viviendo en estos días.
Dígame
el lector, cuando examina el cuadro de la salud, el de la educación, el de la
seguridad pública, ¿ve proyecto alguno definido y comunicable? Todo está en veremos. La mitad del gobierno lo dirige el equipo
siniestro y corrupto que dejó Luis Fortuño. Y los crímenes que auspició han quedado por la casa. No hay autoridad partidista, ni política,
ni moral, porque el Gobernador alaba todo lo que ocurre aunque constituya un
incumplimiento craso de sus compromisos con el pueblo.
La
democracia democráticamente dirigida produce resultados afines a la expectativa
del pueblo, la democracia silvestre es el desconcierto, la sobrevivencia del más
audaz y más listo.
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