El
Gobernador Alejandro García Padilla ha declarado en la tarde de hoy que aprobó
con satisfacción la “reforma legislativa” que le sometieron ambas Cámaras. Tenía la opción de devolverles el
proyecto sin su firma para que completaran y rectificaran el trabajo a medias,
menos de a medias, que realizaron, en literal incumplimiento de sus compromisos
electorales, los suyos y los de los legisladores de su partido.
Así se
escribe la historia, que nunca es la historia de la verdad absoluta, pero que
cuando se tiene honestidad intelectual y política debe guardar relación lo
comprometido con lo realizado.
Esta
historia tiene tres momentos claramente registrados en la conciencia pública, y
la de todos los partidos: la
campaña, el incumplimiento y luego el engaño.
En
primer lugar, el momento de la campaña, y del programa del Partido Popular
Democrático, en que se prometió una reforma legislativa consistente de cuatro
puntos: eliminar dobles
pagos o sueldos --- carros o estipendios, dietas exageradas por trabajos en su
mayor parte no realizados. Eso era
fácil, por escandaloso, y ya se hizo.
Se
prometió celebrar una sola sesión legislativa, de 5 o 6 meses, que da y sobra
para la legislación seria, al margen de los embelecos de proyectos sin pie ni
cabeza que a diario producen nuestros solones. A eso se han resistido los legisladores populares que
prefieren deambular el año entero por los pasillos del Capitolio, bobeando y/o haciendo que hacen, o en la cafetería
capitolina y restaurantes vecinos.
Como
consecuencia de este cumplimiento, bajar en 30% el costo de la Asamblea
Legislativa, que es más bien una agencia de empleos.
Finalmente,
lo que hubiese sido la esencia importante de esa promesa de reforma, el
“ciudadano legislador”, esto es, un ciudadano que ejerce sus dedicaciones en la
comunidad de donde viene y que opta por servirle al País como legislador a
tiempo parcial --- como fue en Puerto Rico desde 1941 a 1992 --- y que produjo
la legislación que transformó a
Puerto Rico, cuando el liderato popular era un liderato serio. El Senado ha tergiversado el concepto,
y le llama al legislador a tiempo completo legislador ciudadano, para confundir
al pueblo incauto, o que es tan bruto y olvidadizo como ellos creen que es.
Lo patético
de toda esta traición al pueblo y al programa del PPD es que el Gobernador, que
dijo que sometería un proyecto a esos fines antes del 2 de enero y que siguió
insistiendo en que había que cumplir con la promesa electoral original, se
entregó a la mentira de los legisladores, firmando y alabando su fechoría. Este incumplimiento es grave y destruye
la relación de representatividad entre pueblo y gobierno. Es un insulto a la fe pública en la
honestidad de los políticos, aún la de aquellos que el pueblo creía diferentes,
porque se presentaron como diferentes.
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