lunes, 24 de febrero de 2014

Apología Pro Vita Sua


Ese fue el título del informe final del Cardenal Newman, el prelado británico de fines del siglo 19.  Apología del sentido total de su vida y su ministerio.  Fue un informe-relato de su distinguida carrera, una historia de eventos luminosos, dramáticamente rescatados del olvido.

He pensado en esa obra y en esa vida este fin de semana, ante la estrafalaria opinión del Tribunal Supremo de Puerto Rico en defensa de las gollerías que asumen como suyas ante la crisis fiscal del País.  Se amparan en la letra muerta de la Constitución, como si este fuera un documento sagrado, disecado, intocable ante las crisis del Estado que los honró un día y al que deben lealtad y solidaridad.  Pero no, se juntaron, unánimemente, a favor de sus dólares, sueldos y pensiones, que son también los de sus cónyuges hasta la muerte, incluyendo los aumentos que puedan haber después de retirarse.  Eso es sencillamente una inmoralidad.

Esos sabuesos del derecho definen la independencia judicial y la separación de poderes en términos de dólares y centavos.  La autonomía judicial es dinero, no es conciencia, no es carácter, no es ética.  ¿Cuán bajo se puede llegar a nombre de la justicia?

Dijo el Presidente del Senado Bhatia que repudia esa decisión y la ética monetaria en que se basa.  El Presidente de la Cámara perdió la guagua.  Respeta la decisión, dijo, pero la cree equivocada.  ¿Respeto?  ¡Más bien debilidad de carácter!  Al Gobernador y a la Legislatura no le queda más remedio que ajustar la autonomía fiscal de la Rama Judicial a las necesidades del momento, puesto que todos deben contribuir con el País.

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