Tal
parece que a última hora, tras haber el senador Wyden de Oregón abandonado el
Comité de Recursos Naturales del Senado para asumir la presidencia del Comité
de Finanzas, el Comisionado Residente cerró el trato --- por dinero de campaña,
por supuesto, para que este anunciara su respaldo a la estadidad como solución
a nuestro histórico predicamento político frente al imperio invasor de 1898.
Recuerde
el pueblo: existen en el Congreso
535 miembros --- 100 en el Senado y 435 en la Cámara de Representantes --- y
una golondrina no hace un verano.
Sea como sea, esa compraventa es simbólica, ya que el propio Congreso aprobó
recientemente una propuesta del Presidente para consultar al pueblo de Puerto
Rico sobre su status, entre alternativas aprobadas por el Secretario de
Justicia Holder. ¡Ya veremos!,
como dice un amigo.
Asumiendo
que después de 116 años se
consulte seriamente a Puerto Rico sobre su libre determinación política, el
cuadro presentado al lector es sencillo:
mantener la colonia estadolibrista sin ningún asomo de crecimiento en
sus facultades de desarrollo en relación con el resto del mundo, o demandar la
estadidad o la independencia. Esta
última opción es electoralmente quimérica, por lo que realmente el dilema real
es estadidad o ELA disecado, por el que los Estados Unidos no han demostrado ningún
interés, responsabilidad o respeto desde 1953, cuando se comprometieron política
y legalmente con las Naciones Unidas, por voz de su Presidente Eisenhower y como
condición para que se aprobara la Resolución
753 de la Asamblea General de aquel año, a respaldar mejoras y hasta la autonomía
o independencia completa.
Todo
aquello se lo llevó la corriente de la historia. Don Luis Muñoz Marín trató, desde 1953 hasta 1974, de mover
las fronteras de los derechos y aspiraciones de Puerto Rico en el Congreso sin
fruto alguno. Fue traicionado en
ese esfuerzo por el Presidente Kennedy en 1963, y por Nixon en 1974. Eso ha dejado a los autonomistas con el
ELA “como está”, y la verdad es que ese ELA no sirve al País para enfrentar los
convulsivos retos económicos del mundo actual.
Los
historiadores sostienen que el ELA de 1952 respondió a los temores del
americano al movimiento nacionalista e independentista desde los años 30 del
pasado siglo, además a la necesidad de demostrar algún movimiento anti-colonial
frente a la revolución libertadora que se estaba dando en Asia, África y
America Latina en los años 40 y 50 de ese siglo.
En una próxima
posible consulta plebiscitaria, el ELA concurrirá, como está o con los reclamos
de crecimiento que quiera postular como posibles, con o sin el asentimiento de
Washington. En ese caso puede
triunfar la estadidad, acá, pero no en Washington. ¿No será posible entonces que Washington, más por temor de
tener que bregar con la estadidad que no quiere, se pregunte --- como hizo de
1948 al 1952 ---¿qué podemos hacer y cambiar en Puerto Rico que responda a sus
necesidades? La historia muchas
veces no el lineal. A veces es dialéctica. Es decir, distinta a lo ostensiblemente
esperado.
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