jueves, 27 de febrero de 2014

El Préstamo: ¡Qué Fallo, Líder!


Recojo en mi título de hoy la expresión pueblerina que señala un fracaso evidente ante un reto amenazante.  Me refiero a la decisión del gobierno --- Gobernador  y Legislatura Popular --- de entregar a los malhechores de la especulación financiera de Wall Street el destino de este País.

Se trata de una decisión dirigida a comprar tiempo --- tiempo contra el tiempo --- a ver si algo milagroso ocurre en nuestra economía y en nuestras finanzas públicas que nos rescate de la realidad ominosa de más de 70 mil millones de dólares en deuda, a ser pagada por una economía en depresión galopante, de un fisco igualmente famélico, y de una incapacidad del gobierno y de la empresa privada para provocar un repunte suficiente en términos de inversión, empleo, y reequilibrio fiscal suficientes para pagar la deuda y financiar los servicios públicos.

Seis gobernadores irresponsables, desde Carlos Romero hasta Luis Fortuño, sumieron al País en un estercolero financiero criminal y bochornoso.  Cuatro de ellos --- Romero, Hernández Colón, Rosselló y Fortuño --- gozan hoy, y parece que a perpetuidad, de regalías y privilegios bochornosos, en términos de fundaciones trompito y escoltas que realzan su narcisismo patológico.

Mientras tanto, el País languidece económica y financieramente como producto de sus fechorías cumulativas.  Y Alejandro García Padilla hereda el poste apolillado de todas las corrupciones acumuladas.

Como producto de ese cúmulo corrupto e irresponsable, Alejandro García Padilla tiene ante sí la opción de intentar, desesperadamente, honestamente, pero con una pistola en la nuca, una apuesta más, a ver si milagrosamente más de lo mismo produce un resultado diferente.  Se trata del alcohólico que piensa que con un palo o una caneca más, la última, puede renunciar al vicio.

La situación que vive Puerto Rico exige otras actitudes y otras decisiones:  mantener nuestra pólvora seca.  No jugar más ese juego perdidoso con los dados cargados.  El País, y los corredores corruptos de bonos, de dinero ajeno, necesitan y demandan una acción dramática, altiva, de parte de Puerto Rico.  Hay que cambiar la ecuación Estados Unidos-Puerto Rico, de la irresponsabilidad federal a la decencia de informarse --- el Presidente y el Congreso --- de la condición real de Puerto Rico, producto de 116 años de colonialismo irresponsable, punto menos que criminal.

Los estados actúan como estados, a través de su Congreso y de su Presidente.  Puerto Rico es objeto y no sujeto o protagonista de su vida, bajo la bota irresponsable del Congreso y de un Presidente --- todos --- que no tienen tiempo para atender los problemas de Puerto Rico, excepto a través de la extracción de donaciones de campañas y limosnas federales.

¡Esta bien ya! ¡Díselo, Alejandro!

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