Ayer
cayó el telón, una caída tantas veces anunciada. No tomó a nadie por sorpresa. Pero en una democracia pluralista y politizada parecería que
trata del diluvio universal otra vez, sin el Arca de Noe disponible. Así que tenemos que depender del
análisis --- claramente interesado --- del gobierno, a la luz que sobre ello
puedan arrojar los economistas financieros, alejados como viven del centro de
la acción y la decisión, y de los números reales que el gobierno y las casas de
corretaje manejan. La pelota está,
por lo tanto, en el canasto del gobierno y del pueblo.
El
Gobernador y el gobierno, como oficiales de todo el pueblo a cargo de la
crisis, han reaccionado con franqueza y voluntad de enfrentarse a la crisis con
los instrumentos disponibles, que implican ajustes, sacrificios y voluntad de superación.
Los
irresponsables del pasado nos legaron esa estela de conducta cínica, con tal de
ganar elecciones y salir del paso.
Enjuiciarlos moralmente no es suficiente. Hay que condenarlos al desprecio y al olvido, y enfrentar
otra vez la pendiente, como decía Muñoz Rivera, o la jalda, como decía Muñoz
Marín. Si superamos la crisis,
valiente y efectivamente, no le debemos nada, excepto el desprecio.
Están
de camino medidas dolorosas y posiblemente efectivas. Para eso se es gobierno, para decidir. Y para eso se es pueblo para aprender y
corregir los errores y engaños del pasado. Es preciso recordar que esos abusos y errores del pasado
fueron cometidos por los héroes electivos del pueblo, por su credulidad y
torpeza, caldo de cultivo de los bribones.
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