Desde
mediados de 1994, cuando Pedro Rosselló decidió venderle el Departamento de Educación
a sus contribuyentes partidistas --- a través de su gestor residente, Víctor
Fajardo --- ese Departamento y la educación pública del País han carecido
absolutamente de dirección educativa.
Por dirección educativa significo un conjunto de ideas que definan la
tarea de enseñar y de aprender en términos de experiencias y destrezas que
desarrollen en el educando las ganas de saber, la curiosidad, el afán de
entender y proyectarse hacia lo desconocido, lo interesante, lo novedoso, en
los procesos de las ciencias, de las artes y de la acción social y moral.
Han
habido, de 1994 hacia acá, ocho Secretarios de Educación, administradores de lo
que heredaron --- un monstruo burocrático enormemente rico en dinero y
problemas --- sin sentido alguno
definido de rumbo sobre la experiencia educativa, esto es, una experiencia que
responda, cotidianamente y hora por hora, a esta pregunta sencilla: ¿qué es lo
que ocurre entre estudiantes y maestros cuando ocurre el aprendizaje?
A falta
de eso --- la esencia del asunto --- han habido crecimientos cuantitativos en
el Departamento: presupuesto,
organizaciones y reorganizaciones administrativas, un enorme aumento en los
dineros federales y estatales, pero no en el manto burocrático cada día más
caro y cada día menos productivo --- los frutos ---, todo ello acompañado de
una enorme complacencia con más de lo mismo.
¿Por
qué se tolera tanto gasto improductivo, tanta mediocridad, y tanto fracaso en
el desempeño y en el producto? Me
parece sencilla la respuesta, que es la misma aplicable al desastre de cómo se
usan los dineros públicos en salud, al son de un billón doscientos millones
para engordar clientes políticos en las aseguradoras privadas, a cuya merced de
lucro insaciable se deja la salud del pueblo. En el fondo se trata de que el pueblo es engatusable mediante
la publicidad masiva, pagada con fondos públicos para engañar al idem --- al
pueblo mismo.
En
educación pública ocurre lo mismo.
El pueblo cree que le están haciendo un gran favor, y tolera la
mediocridad como si fuera ley natural.
Los maestros agitan por sueldos y retiros, pero no hablan de educación,
de reflexión, de análisis en las distintas materias que enseñan como cotorras --- y no quieren
que los evalúen.
Compare
esos dos fracasos en educación y salud, donde se hace tan fácil el engaño, con
los problemas de la seguridad y el empleo: ahí no hay engatusamiento posible --- el pueblo lo sabe,
porque lo vive, si está desempleado o es víctima de la violencia. Igualmente
sabe del desastre de energía eléctrica y acueductos y alcantarillados. Porque los sufre directamente y de
inmediato.
La respuesta
ante estos ingentes problemas no es privatizar la responsabilidad hacia
grupitos elite que se llaman comunitarios, manejados por un cordón editorial de
El Nuevo Día. Que se inscriban
como partido y que compitan por el voto del pueblo. En todo caso lo que harían con ese poder ilegítimo sería
sabotear la acción constitucional y la responsabilidad del Secretario de Educación,
el que sea, producto del voto de todo el pueblo y no de un grupito elite de un periódico
que quiere gobierna al País sin ir a las elecciones.
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