Técnicamente,
como mandato de ley y como expectativa razonable, los procuradores de
clientelas específicas --- veteranos, mujer, paciente, entre otros --- tienen
como misión y responsabilidad empatar la pelea para los solicitantes de
servicios, de atención y de justicia.
La forma que se le ha dado por ley a esa encomienda --- llamémosla
mandamiento legal --- es la de una independencia administrativa que postula la
voluntad y compromiso absoluto con los clientes, usuarios o beneficiarios mediante
la acción supuestamente autónoma de los procuradores.
¿Hay
alguien en Puerto Rico que crea que esos procuradores o procuradoras son autónomos
con relación a las decisiones políticas que los llevaron allí, y que esa autonomía
se mantiene con ellos y sólo ellos, en abstracción de las obligaciones morales
y legales del puesto? O expresado
de otra manera, ¿son los procuradores atornillados los únicos puros y honestos y apolíticos para rendir ese
servicio?
Esa
burocracia política y partidista, cara y excesiva, pertenece a los años de la
jauja del crecimiento económico automático, de fundamentos arenosos y blandos,
como hemos visto. Hay que recoger
velas, racionalizar los servicios y disolver los principados, mientras se
asegura el servicio. Todo dependerá
de los mandamientos legales que definan el trabajo de esas procuradurías en sus
nuevas sedes, de tal manera que se les aseguren dos cosas: autonomía legal y medios económicos
para realizar su tarea. No pueden
ser los mismos medios, porque la situación fiscal no lo permite. Porque se nos acabó la “affluent
society” y hay que apurar con voluntad las consecuencias.
No
existe otra manera única ni una persona única para servir a estas clientelas
con convicción y efectividad. Lo demás es cacareo político, ideológico
y partidista.
¿Qué
procuran los procuradores y procuradoras en realidad, que no sea retener sus
puestos? Porque claramente el
servicio se puede dar y mejorar sin ellos, si ese fuera el caso.
Si el
Gobernador entrega ese principio en una procuraduría, tendrá que hacerlo en
todas inclusive las que han sido menos estridentes. Y no sólo eso, tendría que barajar todas las cartas de nuevo,
y no estamos para eso, ni él ni el pueblo, que parece decir: “pasa de mí esta
copa”.
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