Dentro
de unas horas el Partido Popular Democrático se reúne en Guayama para recordar
--- celebrar sería más optimista --- las tres significaciones del 25 de julio,
dos de ellas macabras --- la invasión norteamericana de 1898 y los asesinatos
de Cerro Maravilla, y la otra rectificadora de ambas pesadillas, el Día de la Constitución
de 1952. La primera recuerda a
William McKinley, el desabrido Presidente de aquel tiempo, y la segunda el regalo
de Carlos Romero a los derechos civiles de Puerto Rico Se trata de dos asesinatos a manos de
unos bribones de la Policía “inspirados”, si no instruidos por Romero.
La
tercera memoria de este día celebra el acto mediante el cual el pueblo de
Puerto Rico asumió su mayoría de edad, mediante una Constitución de su propia
factura, solicitada por su liderato y su pueblo, refrendada en su forma final,
y reiterada en adelante por todas las consultas plebiscitarias realizadas desde
entonces, excepto la consulta tramposa y amañada de Luis Fortuño.
Que esa
Constitución tiene imperfecciones no se discute. Que es superior a toda otra alternativa como régimen
constitucional y como esquema de relaciones con los Estados Unidos, tampoco
debe haber duda.
Quienes
conozcan bien el carácter político de nuestro pueblo saben que jamás renunciará
a su participación --- como agente y como recipiente --- en la poderosa economía
norteamericana, ni a los beneficios irrevocables de la ciudadanía. Eso se reafirmará mañana en Guayama. Mucho menos renunciará a su autonomía
fiscal, su cultura y su idioma.
La autonomía fiscal, no sólo es contraproducente desde el punto de vista económico, como se puede apreciar con la actual bancarrota del gobierno de Puerto Rico, sino que desde el punto de vista filosófico es inconsistente con el imperativo categórico de Kant.
ResponderEliminar“Act only according to that maxim whereby you can, at the same time, will that it should become a universal law”
Si nos vamos a la Biblia encontramos que ni a Cristo se le ocurrió negarle los impuestos al Imperio Romano.
“Dad al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios.”
Hernández Colón con su prédica puertorriqueñista, como justificación para eximir de impuestos a la oligarquía puertorriqueña en contubernio con Wall Street, ha sido el autor de un timo sólo comparable al social nacionalismo de Fidel Castro.
El gobierno de Puerto Rico no tiene dinero para pagar sus bonos ni para pagar el retiro de sus empleados.
El ideal de toda la oligarquía de Puerto Rico, tanto como PPD como PNP, representada por un lado por Hernández Colón y por Fortuño y Pierluisi por el otro, es una estadidad con autonomía fiscal.
Ante esa imposibilidad y esa intransigencia, lo único que falta para llegar al desastre total es que los soberanistas ganen el plebiscito y los EEUU se muevan a cuadrar su presupuesto construyendo la República Asociada de Puerto Rico.
Indeed!
Those whom the Gods would destroy, they first make Proud.