jueves, 10 de julio de 2014

El Poder y la Responsabilidad en la Democracia


En los regímenes dictatoriales, tiránicos y totalitarios, el poder no tiene que darle cuentas a nadie porque se asume como valor absoluto de los mandones de turno.  El principio de la responsabilidad para con el pueblo sobre el cual gobiernan --- si a eso se le puede llamar gobierno --- les es ajeno y abominable, ya que el poder se legitima a sí mismo con la fuerza.  Realmente en esos casos no se trata de regímenes políticos sino de maquinarias de poder avasallador, contra ideas, personas y sociedad.

Todo lo anterior niega el principio rector de la sociedad democrática, que consiste en dar cuenta y cultivar el consentimiento de los gobernados para validar normativamente --- normas y leyes --- la acción del Estado y del gobernante.

Cuando en Puerto Rico nos planteamos ese problema abismático de la responsabilidad de los gobernantes --- como personas y como clase --- tenemos que ejercitar implacablemente la memoria histórica.  ¿Quiénes y a cuenta de qué nos han gobernado de 1969 al 2014?  No se trata de dictaduras ni de totalitarismos, sino de gobiernos legales, constitucionales y políticamente democráticos, por lo menos nominalmente.  De tal manera que nuestra presente crisis económica y fiscal se remite a las acciones de esos 7 gobernadores, la mayoría de los cuales controlaban las dos Cámaras legislativas, y cuando no las controlaban obtenían su aprobación para sus propuestas, con la sola excepción de Aníbal Acevedo Vilá, contra quien Primitivo Aponte y los falsos auténticos libraron una guerra santa para sabotear su gobierno.

En todo caso, sumados todos esos personajes, constituyeron y aun constituyen la clase política del País, y mientras este se hunde en el hoyo negro de la quiebra económica y fiscal, disfrutan, inmoralmente, de sus escoltas, cabildeos y fundaciones trompito a costa del pueblo empobrecido de Puerto Rico.  ¡Así paga el diablo!

Existe, como corona de esa irresponsabilidad cumulativa, el episodio siniestro de la destrucción de las empresas 936, espina dorsal de nuestro desarrollo industrial, empleo bien remunerado y numeroso, y sostén --- por su efecto multiplicador --- del crecimiento económico que a la vuelta de la esquina se traduce en solvencia fiscal, en vez de la crisis aparentemente terminal que hoy sufrimos.  Ese es el legado abominable de Romero, Rosselló y Fortuño, en busca de la quimera de la estadidad.

Ese es el legado, en fin,  de esa clase política ñoña que hemos sufrido durante el último medio siglo. 

Luego analizaré la crisis fiscal a la luz de otra dimensión de la irresponsabilidad que la ha provocado: la dimensión federal.

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