Todo
estado político consiste de una estructura de valores fundamentales que se
integran en una Constitución: un
ensamblaje de partes que en su conjunto opera sobre las necesidades y demandas
del pueblo, es decir, sobre la sociedad como conjunto de acciones, pasiones,
deseos, aspiraciones y recursos materiales y morales a las que el estado le da
forma y dirección.
Para
realizar esas funciones el estado necesita la fuerza, la energía, los mensajes
que desde la circunferencia social mueven al aparato estatal, ejecutivo,
legislativo y judicial.
Existe
una diferencia crucial --- como materia de percepción --- entre la
transparencia jurídica del estado y la complejidad de acciones y aspiraciones
que el abigarrado ambiente social envía al estado como demandas, a ser
procesadas y resueltas por el aparato gubernamental del estado, sus ejecutivos,
legisladores y jueces.
La
forma de precisar esas demandas en la democracia liberal y representativa es mediante
los grupos de intereses o facciones de todo tipo, pero principalmente mediante
los partidos políticos, que aglutinan todos los valores e intereses de la ciudadanía,
los procesa, selecciona entre ellos, y los postula como programas ante el
electorado total con ánimo de obtener el control del estado para darle cauce y
cumplimiento.
En
virtud de estas consideraciones, es de suma importancia que el público democrático
observe, pondere, entienda y estudie las posturas de los partidos --- su historia y su ejecutoria --- su historia
y su ejecutoria, digo --- de tal manera que pueda evaluar, comparar y
distinguir entre palabras y hechos.
Ayer y
hoy se han celebrado en San Juan asambleas o reuniones masivas --- poco importa
el nombre --- del Partido Popular Democrático. Las raíces de ese partido se remontan al autonomismo del
siglo XIX, al reformismo social y económico de los años 40, y al estadolibrismo
de 1953 a esta parte.
El
Partido tiene una historia noble, una ejecutoria contundente, y un presente que
le dice “presente” al porvenir.
Obra humana con errores e imperfecciones, pero de indiscutible
patriotismo y obra fehaciente.
Hoy, enfrentado a un País en crisis en todos los órdenes, se reunió en
asamblea para aceptar el reto económico y social que lo confrontan. Experiencia tiene, y obra ingente
realizada, y capacidad de sobra, como diría Juan Jacobo Rousseau, “en el
silencio de las pasiones”, con fe y amor a Puerto Rico.
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