Si uno
se interna en el bosque y no marca los árboles para el regreso, cae en el
sentido de perdimiento y naufragio que aqueja al pueblo de Puerto Rico en el
momento que escribo.
Nuestro
pueblo se siente anonadado, confundido, perdido entre las sombras de lo que pretende
pasar por explicaciones y justificaciones de su confusión. Sus líderes no explican, y cuando lo
hacen lo más que pueden articular son frases sueltas, sin articulación
gramatical ni lógica. El pueblo
intuye que están trabajando, bregando contra la tupida urdimbre de la
complejidad económica, financiera y fiscal. Y quiere creer, pero no le brindan los asideros por donde
elevarse al entendimiento de la crisis.
Hace
apenas seis o diez meses que todo estaba aparentemente claro: José Ortiz, Jorge Rodríguez, Miguel
Cordero y Josué Colón respiraban optimismo: optimismo de enormes bonos de productividad mientras
quebraban la Agencia (AEE).
Expulsados de allí por efectos de su palpable corrupción, la Agencia ha caído
en la mortandad financiera que sólo la imagen de los cocodrilos jadeantes en
los “Everglades” de la Florida pueden comparar.
La
nueva gerencia de la AEE está sumida en la búsqueda de fondos con qué pagar las
deudas heredadas de los cinco gobernadores anteriores y no los encuentra. Si el gobierno no sabe, ¿qué va a saber
el pueblo de las porquerías financieras heredadas?
Hay que
abonarle a la gerencia de la AEE y al Gobernador su valor para enfrentarse a la
crisis, aunque el pueblo está a oscuras sobre esa peripecia trágica. Confía en la honradez y en la motivación
de servicio --- aun desde las catacumbas de la corrupción e incompetencia
previas --- de los que lidian en la oscuridad contra el estercolero heredado.
Da pena
y compunge el espíritu el que los cuatro sindicatos más económicamente privilegiados
del País --- UTIER, UIIA, Fondo del Seguro del Estado y la TUAMA estén en las
calles gritando su insolidaridad con el País, negándole los servicios
esenciales, a nombre de sus ingresos privilegiados. Esos son otros que se internaron en el bosque y no se
llevaron consigo la tiza para marcar los árboles en el regreso a la luz.
El
gobierno no explica, y al pueblo se le brotan los ojos de espanto.
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